¿Alguno de vosotros conocéis los Premios Darwin? Son premios que otorgan a las luminarias de la estupidez humana. La manera de su funcionamiento es muy sencilla: se escoge la acción más absurda del homo se supone que sapiens y se analiza con un cierto humor. Hay acciones que, de tan trágicas, provocan la risa porque el ser humano comete errores, en ocasiones, sin darse cuenta.
Bien. Pues desde estas páginas otorgo el Premio Darwin al mal funcionamiento de las funciones sinápticas a un tipo que conocí hace dos años, y de manera accidental. El pobrecillo necio es padre de familia, y todo sucedió cuando perdimos de vista a un perro mestizo, de unos 45 centímetros de altura por 55 de envergadura, desde la cabeza a la cola. El pobrecillo necio, en cuestión aseguraba que el perro, de unos 7,50 kg de peso, había abierto la puerta de hierro maciza del portal, que pesa unos 20 ó 40 kg; que, luego el perrillo, muy chulo él, con una capacidad que superaría la fortaleza de cualquier hércules humano, había llamado al ascensor; teniéndolo en cuenta, lo veo muy difícil, ya que el pulsador de los ascensores, sitos en el portal, sólo los alcanza el ser humano, y no un cuadrúpedo pigmeo de la familia de los cánidos, de descendencia mexicana para más inri, y de la familia de los chihuahua. Pues dicho y hecho: el susodicho necio, afirma y no desmiente, que el diminuto perro abrió la puerta del ascensor, cosa dificilísima y compleja, `porque se abre por medio de una plancha diseñada para la mano humana, y que dicho animalito, dio al botón del piso (aún más inverosímil, ya que para dar en los botones, el perro, aún poniéndose de pie enjuto, no alcanza, ya que están diseñados para uso humano, a unos 1,25 cm, calculado a ojo de buen cubero) y que luego, ya en el piso, cometió el delito, que no falta, de abrir la puerta, y ponerse a ladrar a una cría, que tiene su lógica, que se asustaría porque el perro, debido a una herencia de nacimiento, muestra un prognatismo moderado en la mandíbula inferior, herencia de su madre bull terrier, y que la niña, en cuestión, dice el necio, que fue atacada por el pacífico heredero de Quetzalcoált, con intención de asustarla. Hasta ahí el asunto. Pero el final, es un poco exagerado, por no decir que absolutamente fuera de contexto.
En realidad, el perrillo siempre ha sido un diplomático y es el más popular del lugar. Pero, acusarlo de psicópata, eso ya es orinar fuera del tiesto. Sin más, el necio, alias imbécil, cree que era necesario llamar a la perrera, porque el can, en cuestión, es peligroso, con su cuerpecillo, que dudo mucho que abra puertas que superan su estatura y peso. Otra cosa, es que el irrespetable necio se tome libertades, cuando, en realidad, ni conoce al perro, ni el propio perro viene de Krypton. En realidad, en la última parte de esta crónica, el perrillo, mestizo, sólo trataba de saludar a la niña, de personalidad histérica como su progenitor, que, de seguro, le crecen los enanos. Y que, si hay perrillos así, el irrespetable ignorante, o ha visto muchas películas fantásticas (aunque dice, él, que tiene un perro de igual estatura y cuerpo que el mestizo, pero de otra raza), aunque, mi teoría es otra: el tipo, en este caso, sufrió un trauma de pequeño, a muy tierna edad, porque Krypto, el superperro de Superman, le había atacado. Desde entonces, la toma con los perros indefensos que, difícilmente, son capaces de abrir una puerta de hierro colado, o un ascensor. Compadezco a su señora, por soportarle.
Y, oficialmente, concedo el premio Darwin a la teoría más absurda e inverosímil, de este tipejo, que se cree que todo el monte se doblega ante su poder. ¿Quieres té? Aquí hay más de una taza.
Bien. Pues desde estas páginas otorgo el Premio Darwin al mal funcionamiento de las funciones sinápticas a un tipo que conocí hace dos años, y de manera accidental. El pobrecillo necio es padre de familia, y todo sucedió cuando perdimos de vista a un perro mestizo, de unos 45 centímetros de altura por 55 de envergadura, desde la cabeza a la cola. El pobrecillo necio, en cuestión aseguraba que el perro, de unos 7,50 kg de peso, había abierto la puerta de hierro maciza del portal, que pesa unos 20 ó 40 kg; que, luego el perrillo, muy chulo él, con una capacidad que superaría la fortaleza de cualquier hércules humano, había llamado al ascensor; teniéndolo en cuenta, lo veo muy difícil, ya que el pulsador de los ascensores, sitos en el portal, sólo los alcanza el ser humano, y no un cuadrúpedo pigmeo de la familia de los cánidos, de descendencia mexicana para más inri, y de la familia de los chihuahua. Pues dicho y hecho: el susodicho necio, afirma y no desmiente, que el diminuto perro abrió la puerta del ascensor, cosa dificilísima y compleja, `porque se abre por medio de una plancha diseñada para la mano humana, y que dicho animalito, dio al botón del piso (aún más inverosímil, ya que para dar en los botones, el perro, aún poniéndose de pie enjuto, no alcanza, ya que están diseñados para uso humano, a unos 1,25 cm, calculado a ojo de buen cubero) y que luego, ya en el piso, cometió el delito, que no falta, de abrir la puerta, y ponerse a ladrar a una cría, que tiene su lógica, que se asustaría porque el perro, debido a una herencia de nacimiento, muestra un prognatismo moderado en la mandíbula inferior, herencia de su madre bull terrier, y que la niña, en cuestión, dice el necio, que fue atacada por el pacífico heredero de Quetzalcoált, con intención de asustarla. Hasta ahí el asunto. Pero el final, es un poco exagerado, por no decir que absolutamente fuera de contexto.
En realidad, el perrillo siempre ha sido un diplomático y es el más popular del lugar. Pero, acusarlo de psicópata, eso ya es orinar fuera del tiesto. Sin más, el necio, alias imbécil, cree que era necesario llamar a la perrera, porque el can, en cuestión, es peligroso, con su cuerpecillo, que dudo mucho que abra puertas que superan su estatura y peso. Otra cosa, es que el irrespetable necio se tome libertades, cuando, en realidad, ni conoce al perro, ni el propio perro viene de Krypton. En realidad, en la última parte de esta crónica, el perrillo, mestizo, sólo trataba de saludar a la niña, de personalidad histérica como su progenitor, que, de seguro, le crecen los enanos. Y que, si hay perrillos así, el irrespetable ignorante, o ha visto muchas películas fantásticas (aunque dice, él, que tiene un perro de igual estatura y cuerpo que el mestizo, pero de otra raza), aunque, mi teoría es otra: el tipo, en este caso, sufrió un trauma de pequeño, a muy tierna edad, porque Krypto, el superperro de Superman, le había atacado. Desde entonces, la toma con los perros indefensos que, difícilmente, son capaces de abrir una puerta de hierro colado, o un ascensor. Compadezco a su señora, por soportarle.
Y, oficialmente, concedo el premio Darwin a la teoría más absurda e inverosímil, de este tipejo, que se cree que todo el monte se doblega ante su poder. ¿Quieres té? Aquí hay más de una taza.
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