Entradas Universales

domingo, 29 de abril de 2012

¿Funcionará?

Primero pensó que el diseño era extraño. Tanta panza en la nave se volvía exagerada. Y luego, los colores. Dos colores básicos que, en el amplio y ancho universo, no significaba nada. ¿Quién los iba a ver? En el oscuro espacio no hay luminosidad. Todo es oscuro. Además, se trataba de una nave semejante a una ballena.
El diseño ya estaba hecho. Sin retroceso alguno. Los técnicos e ingenieros tendrían que utilizar su ingenio para construirla. También pusieron pegas. El diseño, caprichoso y algo retro. Se llevaba lo liso y recto, no lo ahuevado y abombado. Pero el diseñador no se amilanó. Les dio todas las explicaciones para que empezaran a trabajar.
Los ingenieros no se ponían de acuerdo. Es demasiado grande, decían. Seguro que el coste es inmenso. A la Tierra le costará un ojo de la cara. La Confederación Galáctica no la aceptará. Eso al diseñador le daba igual. Ahora el trabajo de los ingenieros consistía en convertirlo en real.
Pasaron un par de meses y no se ponían de acuerdo. Obtuvieron los materiales, pero, ni los fundieron ni los ensamblaron. El proyecto no avanzaba y el diseñador estaba hasta la coronilla de esperar los resultados.
-Tiene de todo. Os quejáis por nada. Es absurdo-les criticó.
Entonces los ingenieros decidieron ponerse manos a la obra. La nave se empezó a construir. Hubo accidentes y mediciones erróneas. Los programas de control por ordenador se confundían. Los de 3D no daban a basto. Se corrigieron con mucha paciencia. Tras construir y supervisar toda la nave se dieron cuenta de que no había salido tan cara.
Construyeron cinco más.
El diseñador había muerto hace siglos.

sábado, 28 de abril de 2012

Fuera del cuadro

El óleo de la pintura del monte o cordillera semejaba un mar embravecido. Cada día que lo completaba le parecía más que una coerdillera una serie de olas que negaban una parte de realidad al cuadro. Llevaba años en que, por lo menos, la tela permitía los colores fríos que le otorgaban una libertad que rozaba con el misticismo.
Se trataba del Himalaya.
No estuvo allí y se inspiré en una antigua fotografía, que le sirvió de modelo. La elección de los colores no fue arbitraria. Cuando llegó el momento, en la exposición, comentó que dio vida a la fotografía buscando colores etéreos, hasta el punto que parecía irreal o soñado.
Todos los curiosos y visitantes aplaudieron la obra. Más que una cordillera era un mar, olas enfrentadas y un largo etcétera de fantasía. La cordillera luchando por las formas y su majestad. Un enfrentamiento natural, y la luna, pequeñita, observándolo todo, como una guardiana pasiva.

viernes, 27 de abril de 2012

En el templo

Primero pensó, o se preguntó, si el templo se podía "contemplar". Le avisaron que, para entrar en el templo era necesario quitarse los zapatos, por respeto al Buda. De otra manera, sería un insulto, y los monjes no estaban para conflictos de carácter diplomático. Hizo caso.
Entró en el templo. Olía a incienso y otras especias difíciles de deducir. En otras ocasiones, el templo no respiraba así. Hubo días en que sólo era el templo y los turistas. Incluso llegó a pensar que algo se llevaban los monjes. Pero los monjes no eran el estado chino.
Le impresionó el diseño exterior del templo. Al parecer, en invierno se podían observar las manos del Buda, cuando el sol acariciaba los tejados con una luz que alcanzaba el misticismo. Tuvo suerte de que permitieran hacer fotografías. Por lo menos, a los turistas no les pasaba nada. Luego, se preguntó si ya era hora de finalizar la visita, y regresar a Hong Kong, poco antes de la noche.
De todas maneras, no sólo fue a China buscando templos. Quería descansar de la oficina en Hong Kong, en donde todo estaba calculado. Menos daba un fin de semana

jueves, 26 de abril de 2012

Peregrino en los hielos

El inmenso monasterio se presentó a sus ojos. Pero no era su objetivo. Quería subir al Tibet. La dificultad de visitar el monasterio se debía a las autoridades chinas. Un tira y afloja de marcado carácter político. Un pulso por el poder religioso y por el poder mundial basado en la aniquilación del individuo y de sus libertades.
Intentó ir al templo pero no le dejaron pasar. Estaba prohibido y un par de soldados del poderoso ejército chino le impidió la entrada. Se presentó como europeo. Fue del todo inútil. Europeo o no, no pasaría al templo. Le comunicaron que se necesitaba un permiso especial que las autoridades chinas otorgaban después de un largo periodo de tiempo. Eso podía significar meses o años. Normalmente consistía en un mes, pero las autoridades chinas desconfiaban de los turistas y de los investigadores y, sobre todo, de los peregrinos.
Se quedó en la puerta, esperando, y los soldados permanecieron en silencio como delgados Budas. No emitieron sonidos, pero en sus rostros se reflejaba la desaprobación. ¿Para esto se había tragado miles de kilómetros? Anochecía y decidió refugiarse en las casas de la aldea. Descendió amoscado. Mañana contrataría unos guías sherpa para subir el Tibet o al Himalaya. En ambos casos, la meta no cambia y es la misma.

miércoles, 25 de abril de 2012

El alquimista y su tejado

Después de tantos años la había encontrado. Ciertamente, no buscaba oro; pero sí al principio, hasta que averiguó que él hacia tiempo que se buscaba a sí mismo. Años y años para dar con la Piedra, con la Lapis Philosopharum. Años de estudio, de experimento en los viejos manuscritos, desentrañando, si era posible, todos los enigmas. Y, por fin, había dado con ella.
Sus pulmones habían respirado el mercurio y los gases letales. Encerrado en su laboratorio, tenía que reparar el tejado de su casa, pero nunca lo hacía. Inmerso en sus investigaciones, penetraba el agua y el frío. No le importaba. En invierno se moría de frío y en verano se asaba de calor. Continuaba con la búsqueda. Repitió el experimento millones de veces, una tras otra, tomando notas y estudiando los códice alquímicos; pero no reparaba el tejado.
Su dedicación era tan extrema que apenas salía para comprar comida. Enviaba a otros; pero el tejado sin reparar. Hasta que dio con la Piedra, después de cuarenta años, y decidió que la hora de reparar el tejado había llegado.
Cuando llegó el momento, las tejas estaban tan dañadas que, el alquimista, tras apoderarse de la Piedra: ya conocía el secreto de su fabricación. Salió de casa, y justo cuando el furgón de las obras, y al recibirlo, un viento pesado aplastó el tejado, y la ruina llegó a la casa. Todo se llenó de escombros, la debilidad de las vigas. El laboratorio se presentó al exterior.
Los operarios se quedaron sorprendidos. ¿Qué rayos era eso?
Entonces, el alquimista pidió una vara de acero, acercó la Piedra, el metal vibró, casi se deshizo en las manos, y se reconvirtió en oro.
-¿Cuánto tardarán en repararlo?-preguntó.
-Ya mismo, si nos da la Piedra-sentenció el operario, con avaricia en la mirada.
Entonces, el alquimista, se guardó la Piedra.
-¿Qué Piedra? Hay oro.
-¡La Piedra!-gritó el operario.
Y el alquimista buscó en el otro bolsillo una piedra semejante. Se la entregó.
-Pero hagan el trabajo.
-Nunca, viejo loco.
Y el furgón salió escopetado mientras explotaba en un millón de fuegos artificiales.
-La avaricia es mala consejera-dijo en alto el alquimista.
Apretó la Piedra auténtica en sus manos.

martes, 24 de abril de 2012

Un final

Proclamaba el fin del mundo en todas las televisiones. Decía que era el final de una era y el inicio de otra. También, que el fin estaba cerca, y que una colisión aún más tremenda que la extinción de los dinosaurios estaba a punto de completarse. Mientras cogía el micrófono con la mano derecha, con la izquierda se secaba el sudor de la frente.
Todo el público enloquecía viendo al predicador proclamando una nueva era en donde seríamos juzgados por el Espíritu Santo. Conocía los secretos para que los feligreses, en comunión con su discurso, lograran hacerle caso.
Se llevó varias veces la mano al pecho. Sentía un tirón en los pulmones y el corazón. Llegó hasta la mitad del escenario. Gritó ¡arrepentíos! y algo sobre las heridas de Jesucristo. Tomó aire, y el sonido del oxígeno hacia los pulmones se le antojó el aire entre una cañería de latón oxidada. Tosió un poco. Un esputo amarillento cayó al suelo.
Poco antes de caer, un último dolor le dejó seco en el escenario. Perdió la color, como una muestra del rostro pálido y lívido, y se derrumbó en la tarima como un saco de ladrillos. Había llegado su final. Todo el mundo se silenció. Los feligreses no sabían que pensar. Hasta que uno gritó: ¡Se ha salvado, se ha salvado, alabado sea Dios! Y todos repitieron al unísono, la misma letanía.

lunes, 23 de abril de 2012

Hojas antiguas


El deterioro, la manifestación de libros que se han leído infinidad de veces, que te han acompañado desde siempre, y la sensación de que no hay abandono. En las tripas del desván o del sótano, donde hay recuerdos y memorias. Los lomos ajados y rotos y ese olor a polvo y a ácaros, en el cual, las palabras descansan, y no se alteran, pero permanecen. He ahí, sin duda, la ocasión en que el significado lo agrega el lector, en el cual, sin ninguna duda, depende de él interpretar los signos y los símbolos.
Allí encontró su manera de buscar de ver el mundo, o de relacionarlo, de buscar, desde luego, la manera de comprender un universo ilimitado, o con los límites poco nítidos. Las líneas que otros escribieron antes, el teclado o la mano, o la estilográfica del pensamiento. Y la búsqueda del universo propio, de las propias palabras en textos antiguos, en donde, por lo menos, queda la interpretación de las hojas antiguas.
Abrió los libros y se dio cuenta de que no todo estaba escrito. Quedaba por escribir su vida. Una vida que empezó hace tiempo, en los libros.

domingo, 22 de abril de 2012

Caída libre

Aceleró la velocidad. Aumentó la rapidez de la marcha. Quiso saltar y no pudo. El vehículo saltó al vacío. El final se acercaba. Por suerte, el barranco no era muy amplio. Cuando llegó abajo pudo salir del coche. Estaba magullado y aturdido. Por un poco no había perdido la vida. La razón del salto se debió a que no apreciaba su vida, o quizás, su realidad. La realidad de que nada tenía o nada le quedaba.

sábado, 21 de abril de 2012

Mas allá del pensamiento

El diseño de la nave no dejaba lugar a las dudas. Funcionaba merced a la antimateria utilizándola como energía, pero no dejaba de ser un proyecto. Salió de su lápiz y de las tintas de colores como una visión. Por lo menos, para mejorar el mundo. En cada momento de su inspiración la nave cobraba vida en el gélido blanco del folio. Le decían que tenía mucho imaginación. No eran palabras de recibo. Imaginación tenía mucha, desde que era un crío. Por eso decidió ser ilustrador. Le dejaba lo justo para vivir, pero debía vender su trabajo a muchas editoriales. Había ganado algunos premios, y eso no quitaba que le entusiasmara dibujar bocetos por su cuenta. Ahora le había dado por las naves espaciales, eso era todo.
Cuando obtuvo varios bocetos se dijo que lo mejor era explotarlos. Por ejemplo, sacar partido de su arte. Su docuementación era extensa y basada en los principios científicos. No dejaba nada al azar, y eso se notaba en el instante. Los bocetos se convertían en familiares que lo acompañaban.
En la exposición que le encargaron tomó la decisión de exponer sus bocetos. El comisario dio su visgto bueno, pero ganó la perplejidad de las personas que acudían a la misma. Se quedaban extrañados. No era su trabajo habitual. No a los que les tenía acostumbrados y, sin embargo, denotaba calidad. Una calidad extraordinaria. Las naves eran curiosas, incluso, en estos casos, cercanas. Se podía tocar el cielo.
Al final, se preguntaron muchas cosas. La semana se llenó de visitantes. El comisario decidió vender bocetos originales. El ilustrador tuvo que crearlos sobre la marcha. Y firmarlos. Con la venta se sacaba un buen pellizco. Luego, olvidó su obsesión por dibujar naves espaciales, y regresó a sus ilustraciones de fantasía. Nunca olvidó sus orígenes.

viernes, 20 de abril de 2012

Alta velocidad

El vehículo salió a más de ciento ochenta kilómetros. Los agentes se alarmaron y decidieron perseguirlo. Cuando llegó el momento, la carrera se extendió a la autopista, provocando un caos exuberante. De hecho, los demás conductores se preocuparon. No habían visto nunca un vehículo así, y de una rapidez cegadora. Incluso su diseño chocaba.
Desde los coches de la Policía se le pidió al piloto que frenara. Hizo oídos sordos, hasta el punto que aumentó la velocidad tres veces. Parecía un rayo negro que ennegrecía todo su paso. Un camión colisionó con un tráiler que se chocó contra un Mercedes que dio contra un vehículo de alta gama, que golpeó un autobús escolar. La autopista se había desequilibrado.
El vehículo siguió su carrera. No frenaba. El caos se transformó en mortal. En las noticias, unas doscientas muertes. ¿Quién era el piloto del misterioso automóvil? Se le vio en otras carreteras, en otras autopistas con el mismo resultado. La Policía no dio con él. Sus pesquisas no dieron resultado.
Es posible que el automóvil misterioso hubiera dirigido su carrera mortal hasta el infierno, si hay un infierno para este mensajero de la muerte.

jueves, 19 de abril de 2012

Una visión

El sueño fue muy vivo. Aún se sorprendía de la belleza de la tierra roja, el color sangriento de la tierra, la sensación de que parecía un mundo soñado; pero había lagos y agua. Extraño porque el agua se encontraba dentro y no fuera. Los edificios en forma de cráteres levantados, y el cielo rojo. Era Marte, sin duda, pero un Marte idealizado, en donde se podía respirar. Y una luna que parecía un planeta.

miércoles, 18 de abril de 2012

Cegado por el sol

-No lo mires de frente. Ponte gafas-le aconsejó su madre.
El Sol siempre le había fascinado. No sólo por su significado, sino, sobre todo, por la belleza que hacía la luz a la hora de reflejar las proporciones y las formas.
-Algún día te quedará ciego.
El nuevo aviso no le pilló desprevenido. Hasta ese momento, el Sol, no le molestaba. Pero le seducía y le fascinaba. Una fascinación enfermiza.
-¡Las gafas!
También recordó una leyenda. Un héroe quería hablar con el Sol, para seducir a su futura esposa; pero éste se quedó ciego, cuando quiso platicar frente a frente. Al final, lo perdió todo, y ganó la ceguera. Pero eso no significa que lo abandonara, sino que la unión se retrasó un poco.
Por su parte, él quería hablar con el sol, como el héroe de la leyenda. O acercarse con una nave hacia allí, como Ícaro. Pero Ícaro fue demasiado orgulloso. Al final, se puso las gafas. Carecía de la madera del héroe, pero su actitud era más prudente. Su madre se alegró. Pero no disminuyó su fascinación por el Astro Rey.

martes, 17 de abril de 2012

Cuestión de gustos

No se trataba de una de sus actrices favoritas. Menos daba una piedra.  Se habían citado durante el estreno para ver la película. Pero, ni por esas, la actriz, durante la interpretación le sorprendió.
En cambio, su pareja, se encontraba entusiasmada. Encantada de haberse conocido y disfrutaba con la cinta. Ignoró sus pretensiones de caricias, o algún intento de abrazo. Ella le amonestó:
-Déjame, no ves que estoy viendo la película.
La frustración fue en aumento. Él aprovechó para, en este caso, concentrarse en la actriz. Por lo menos, era más atractiva que su pareja. Para eso, había razones de sobra. Pasó las dos horas siguiendo a la actriz, apreciando sus gestos, sus ojos y sus maneras. Un modo de ser infiel en dónde el único testigo era él como espectador, y los demás no contaban.
Al terminar la película se sintió desolado. Esperó el final de los títulos de crédito mientras su pareja lo había olvidado. Al salir del cine, ella le esperaba:
-¿Qué hacías dentro? Has tardado mucho.
-Nada.
 Y ella le cogió del brazo.
-No quería ser tan brusca.
-Yo, tampoco.
-¿Te ha gustado la película?
-mmm... sí.
Con esta respuesta ya tenía tema para parte de la noche. No olvidaba el acuerdo secreto entre la actriz, aquella tarde en el cine, en la pantalla grande. Así son los sueños.

lunes, 16 de abril de 2012

Un hombre de su tiempo

Vamos a la catedral, le dijo su mujer. Él prefería el centro comercial. Era un hombre de su tiempo, y no necesitaba saber nada de reliquias. En este caso, aceptó por cortesía, pero ni por esas le apasionaban las catedrales. Además, él las llamaba "reliquias del pasado", para su mujer eran otra cosa, porque siempre se perdía de vista. Hasta que un día la vio besarse con otro hombre. No daba crédito a lo que veía. Lo más seguro es que fuese algún vapor del vino, o del almuerzo. Al regresar se confirmó cuando ella le pidió el divorcio, y gran parte de su fortuna.


domingo, 15 de abril de 2012

Último vuelo

Anochecía, y la ciudad se troquelaba en un relieve misterioso. Llegó en el coche agotado, después de llevar en la carretera cerca de cinco o seis horas. El Puente de Brooklyn destacaba entre toda la construcción. Por la noche, el tráfico había aumentado. Ahora quedaba buscar un hotel o alguna pensión. Lo veía difícil. Además, sólo estaría un día. Por la mañana tenía que presentarse en el JFK para ir a España, y debía presentar los últimos informes de la empresa, y los resultados de las ventas, y pasar la aduana, con la pregunta de siempre: ¿Viene de turismo o de trabajo? y si se iba, lo mismo.
No era la primera vez que se la hacían. Regresaba cinco o seis meses después, y el trámite era semejante. De alguna manera, había que responder que venía de vacaciones, o, de lo contrario, si respondía por trabajo, empezaban a sospechar, y le enviaban de nuevo a España. Ya le sucedió a un colega de él, y el asunto pintó mal. Seguridad empezó a sospechar de él, y tuvo suerte de no perder el trabajo. De hecho, creían que se trataba de un terrorista. El miedo es real pero, en ocasiones, muy absurdo.
Por suerte, era su último vuelo. Dentro de un par de meses se jubilaba, y podría disfrutar de su familia, en compañía, y de un ocio prolongado. Estaba harto de tanto viaje.

sábado, 14 de abril de 2012

A unos pasos de la costa

Le quedaban pocos pasos para llegar a la costa. La playa estaba cerca. El automóvil se le averió hace un par de kilómetros. Llamó a la grúa, y un vehículo de sustitución, adquirido de la empresa aseguradora, le permitió regresar a la playa. No pensaba perdérsela por nada del mundo. Además, huía del ajetreo de la ciudad, pero la playa, a primera hora de la mañana, se encontraba desierta.
-Una playa para mí solo-dijo en alto.
No se sintió egoísta. Sabía que, una hora después echaría de menos el bullicio de turistas, y que, luego maldeciría su mala suerte. Los turistas transformaban una excursión en una especie de zoo fotográfico. Cuando llegó el momento, se tumbó en la arena, y respiró la salina, y los poros de su piel se impregnaron del secreto rumor del mar. Había elegido bien. Tenía toda la mañana para bañarse. Ahora, le apetecía tumbarse y dormir un poco. Y cuando el sol lo reclamara, y el sudor le invadiera, al agua. Para eso se había acercado a unos pasos de la costa.

viernes, 13 de abril de 2012

Un puente

El camino se acercaba al puente. prolongó la marcha hasta el punto de creer que no llegaría a tiempo. El puente se dibujaba como un poco de esperanza para la larga caminata que ya llevaba avanzada. Le interesaba llegar a casa, y lograr, por lo menos, que la excursión no fuera un fracaso. Había decidido caminar para tomar el aire, acorde con la Naturaleza. La senda era lo único que le quedaba, después de una vida destrozada, quién sabe, por las elecciones equivocadas. El puente era el momento idóneo, el lugar necesario, para seguir con otra nueva vida.

jueves, 12 de abril de 2012

Blogger se limpia la cara

Blogger, otra vez, mejorando los cambios. Espero que para bien. En este caso, parece más grande, pero se me antoja bastante complejo. He estado consultando algunas páginas, y le dan el visto bueno, con sus fallos, claro.

En compañía

Se presentó ante ella como Ángel. Pertenecía a la brigada del ejército celestial, pero era un Ángel de la Guarda, en misión especial. Hasta ahora había permanecido invisible a su vista, por el mero hecho de que su vida no corría peligro. Esta vez, el asunto iba en serio: la vida de su protegida. Desde las instancias superiores, por encima de la Jerarquía Celestial, las órdenes fueron precisas: defender y proteger a la mujer. ¿Por qué a ella? Al parecer, valía más muerta que viva, pero si vivía era un peligro para los planos inferiores, muy semejante a un veneno letal. Cuando se presentó ante ella, el Ángel Guardián, ella no daba crédito. Pero su Guaradián estaba cayendo, y se vio en la tesitura de perder las alas y humanizarse, al darse cuenta de que el Destino había decidido por ambos. En esto, el Jefe nada tenía que decir. En la Autopista hacia el Cielo hay muchos autoestopistas: la mitad son ángeles.

miércoles, 11 de abril de 2012

Casi un Cyborg

Llevo una prótesis o clavo desde hace más de diez años por una serie de circunstancias especiales que no voy a desvelar. Uno de los hechos más curiosos son que me han llegado a llamar, por la misma prótesis, o Terminator o Dr House, y sé que ha sido en broma, y no se lo reprocho a nadie. Ciertamente, Terminator tiene más justificación que el Dr House. Y uno nada tiene que ver con el otro. No me molesta que se traten de motes. Algunos han tenido que llevar una vida bastante incómoda por motes aún más ofensivos que los míos. Pero es cierto: al llevar una prótesis da la sensación de que todo se vuelve mítico, y las personas tienden a relacionarlo con los mitos más cercanos. En los años 50, en Estados Unidos, un tipo con prótesis de cadera, es posible que lo tildaran de pirata o de Errol Flynn disminuido. Con la prótesis he heredado un dolor terrible. En verano me duele por el calor. En invierno, por el exceso de frío. Nunca se está al gusto de todo el mundo. Pero el dolor, al principio, me provocaba sufrimiento, y la sensación de no volver a caminar algún día. Por fin puedo decir que el sufrimiento se tradujo en voluntad, y ya camino más o menos. Hay día en que, en muchos casos, el dolor me provoca ira, porque mi prótesis duele, y lo noto. Pero, en otras ocasiones, me importa muy poco. Después de todo, llevar prótesis no es un delito.

martes, 10 de abril de 2012

Haciendo camino

No se había perdido. Por un momento creyó que así era. Pero el camino del berrocal era imposible perderlo. El camino había desaparecido durante un largo trecho, para luego volver a encontrarlo. Al verse temporalmente perdido, el corazón empezó a pedir más sangre. La color le desapareció del rostro, y estuvo a punto de desmayarse. Al hallar el camino, todo el malestar desapareció. Bastaba con seguir el camino de arena, que los hombres pisaron una y otra vez hasta formarlo, merced al ganado, y también con la manera curiosa de conquistar la Naturaleza, y hacerla suya. Por lo menos, ya no se perdía. Ordenó la mente para una nueva decisión mientras el Sol lo acariciaba como un anciano padre a su hijo recién nacido. Sólo tenía que seguir el camino. Es posible que nadie preguntara por él. Ya sabían que no se perdería. Que encontraría el camino y regresaría al pueblo. Pero el boscaje también formaba parte del pueblo. La próxima vez, no intentaría lanzarse solo a la aventura. Ya era demasiado mayor para eso.

lunes, 9 de abril de 2012

Buscando inspiración

La primera hoja fue imposible de manchar. La tinta se quedaba en el bolígrafo, y él se sentía vacío. Paralizado porque tenía muchas ideas, pero estas se negaban a plasmarse. Tendría que buscar la inspiración de alguna manera. La tinta sería su sangre; pero la sangre se quedaba dentro, aún sin estar preparada para el holocausto de la creación literaria. Cuando abrió la primera hoja del cuaderno pensaba que tenía muchas cosas que contar. Le faltaban las palabras, y se equivocaba. El rumbo no lo había elegido él; el rumbo lo había seleccionado a él, con la intención de que ya no era dueño de sus actos, pero sí el policía que le prohibía trazar apenas alguna línea. Se preguntó si tenía algo que decir. Es posible que nada tuviera, o nunca lo había tenido en su poder. La primera página seguía en blanco. La tinta no se liberaba de su prisión de plástico, y las ideas no surgían. Decidió enviar un correo a un amigo suyo. La respuesta se demoró una hora. Sus palabras fueron: escribe lo primero que se te ocurra, aunque sea absurdo, o busca respuestas en tu pasado, escarba, investiga. Espero que esto te ayude. Y entonces, trazó su primera línea. Advirtió que fue como una liberación.

domingo, 8 de abril de 2012

El retrato

El retrato le había salido perfecto. No le faltaba nada. Pero lo dibujó mientras su mente se encontraba lejos, en otras cosas. Incluso pensó que no se concentró demasiado. ¿Por qué había retratado a Lincoln? Eso era un enigma que no podía desentrañar. La madeja ya se liaba demasiado. Se lo enseñó a la familia, y decían bueno, no está mal, está bien, ¿por qué has retratado a Lincoln, y no a una persona familiar? Y él respondía: es tan familiar como todos vosotros. Hasta que un hermano saltó y dijo: pero ninguno de nostros hemos muerto por magnicidio. El magnicidio: asesinato de un rey o de una persona importante. No se pasó por la cabeza. Cuando uno dibuja no mira el pasado del retratado, o el pasado de un paisaje. El dibujante piensa en el momento, la luz, o la idea de la fisonomía del ambiente, pero nunca en la historia del modelo. Dibujó a Lincoln como si hubiera dibujado cualquier otro retrato. No le importaba. El retrato quedaría guardado en sus libretas. Ya tendría un centenar. Algunas completas, otras semillenas, la otra mitad casi vacías. Recordaba que, en una de ellas, retrató a Leonardo Da Vinci, no recibió ninguna crítica: o el retrato del genio florentino merecía la pena, o no lo merecía. Guardó la libreta, y nunca volvió al retrato. La libreta la llenó de más retratos o bocetos. A lápiz, la mayoría. Incluso utilizó una resina para evitar que el tiempo borrara los bocetos. Regresó al retrato de Lincoln: mirada firme y austera. Ése era Lincoln. El primer Presidente de los Estados Unidos que abogó por la Libertad. La libertad de los esclavos. Y lo había retratado él, un negro.

sábado, 7 de abril de 2012

Comprando

¿Para qué quería un ordenador estropeado? ¿Porqué lo había comprado? Ciertamente, nadie le entendía. La posibilidad de tratar de arreglarlo (pues tenía uno, un ordenador, nuevo) formaba parte de su excentricidad por recuperar siniestros de objetos, u objetos siniestrados. Un ordenador roto, o estropeado, sólo necesitaba un exhaustiva reparación. Se dedicó a estudiar libros de electrónica y de robótica. Lo partió y lo reparó. Sustituyó la pantalla rota, por la mitad de otra, de otro ordenador, que también compró. Soldó, conectó, y reparó los circuitos. Cuando todo estaba dispuesto, su primer contacto no funcionó. Volvió a examinar las tripas de la máquina, y encontró el fallo: la matriz del disco duro estaba defectuosa. Buscó, como todo experto, la nueva pieza, y la armó y la instaló. Al principio, la pantalla pestañeó, y se apagó. Volvió a conectarlo, y lo encendió. La pantalla se apagó en dos segundos. Quizás fallaba la fuente de alimentación. Lo comprobó, y nada. Volvió a encenderlo. La pantalla pestañeó, relampagueó y permaneció. Escuchó la musiquita del Windows, y con la mitad de la pantalla, pudo ver el programa original, tal como lo había programado. Un triunfo es mejor, después de varias derrotas.

viernes, 6 de abril de 2012

Eclipse oscuro

Tenía los ojos abiertos pero no veía nada. Sentía arder las mejillas, y le dolían los globos oculares. Detrás de las córneas no veía nada. El médico le dio esperanzas. Necesitaba una operación. Según el médico, bastaba una pequeña operación para extirpar el tumor. Luego, podría ver, o al menos, eso era aquello que los médicos vaticinaban. Él veía un eclipse frente a la vista, y ese eclipse lo cegaba. no podía ver con claridad porque el eclipse ocupaba toda su visión. Se le antojó un eclipse eterno. Quería ver, pero no veía nada. La operación le permitiría recuperar la vista. Creía más en la medicina clínica que en los milagros. ¿Vería? Según el cirujano, que había ido a verlo, le explicó que, después de la operación, era posible que los ojos estarían vendados, por prudencia. La luz podía ser un estorbo. ¿Y si no recuperaba la vista? Entonces, dijo el cirujano, necesitaremos un milagro. Para los médicos, los milagros no existen, y si es así, prefieren observar que se trata de un tratamiento que ellos han logrado. En medicina, los milagros no existen. Esta bien, respondió, opérenme. El eclipse salía frente a su vista. Le molestaba tanto que le hacía daño. La operación sirvió de algo. Pudo ver a sus familiares, pero, en cada ocasión que cerraba los ojos el eclipse oscuro se le presentaba, y no sañaba, sólo la visión eterna y de pesadilla del eclipse.

jueves, 5 de abril de 2012

Imposible

Había o Érase una vez (que para el caso es igual) un hechicero que vivía en una torre de dos mil habitaciones o más. Se dedicaba al estudio de la magia y la goecia ( si alguien no sabe qué es esta especialidad, le remito a los libros y a los Grimorios) y, en ocasiones, se dedicaba a experimentar hechizos y encantamientos con los elfos y con Don Quijote, para no aburrirse. Vivía en la torre con las estancias salteadas, pues había instalado cocinas, dormitorios, bibliotecas y laboratorios, para no tenerlo todo tan alejado. No necesitaba asistenta: mantenía limpia la torre con la magia (que por eso era un hechicero), hasta que un día se enamoró de una princesa. Error. La princesa era bastante superficial. Practicaba todo tipo de deporte para mantenerse bella, y no le importaba la gente. La princesa había rechazado a miles de príncipes, debido a que llevaba el negocio de los cereales, la moda y cosméticos (dejando sin trabajo a muchos magos y alquimistas); pero el hechicero apenas tenía nada que ofrecer. Por ejemplo, sabía transformar a los elfos en cualquier animal fantástico, y los propios elfos se la tenían jurada por utilizarlos de conejillos de Indias, con su magia a distancia. Pero el hechicero necesitaba saber de la princesa. ¿Cómo era? ¿Por qué se comportaba así? ¿Por qué era interesante y, al mismo tiempo, superficial? El hechicero empezó a tomar notas, y se las ingenió para tomar la forma de un príncipe culto, que lo racionalizaba (¡qué palabro, por Crom!) todo. Al principio, a la princesa, por una parte le sorprendió, pero, por otra, le provocaba alguna molestia. El hechicero-falso príncipe, también comentó que pertenecía a una publicación científica e histórica muy importante. Se las ingenió, de nuevo, para acompañar a la princesa a sus empresas, y tomaba notas de todo. Aquí, la princesa desconfió. Demasiadas notas. Un espía industrial, y lo envió al calabozo del castillo, que era insalubre y hedía a retrete mal limpiado. Bueno, pues ya sabía como era la princesa. El príncipe desapareció, y el hechicero regresó a su torre. Bastante tranquilo, sabía que su relación era imposible. Eso les sucede al 99,9% de las personas, y hasta a los hechiceros. Los elfos le habían echado de menos, y fueron voluntarios a la torre, a soportar sus encantamientos. Por lo menos, el hechicero había hecho amigos.

miércoles, 4 de abril de 2012

En compañía del desierto

El ocre color del desierto le recordó el final de su matrimonio. Un día su mujer lo abandonó, y se fue de casa. A los tres meses recibió una notificación del juzgado para el divorcio. No se lo podía creer. Por suerte, llamó a sus padres, y estos se movieron para que su ex mujer no le quitase nada. Su ex iba a la yugular. Una gestoría se las arregló para redactar los documentos. En el juicio, el magistrado le dio la razón, y sólo ella logró sacarle tres mil euros. Al salir del Juzgado ella le insultó. Incluso le contó que se había acostado con sus mejores amigos, mientras él se mataba a trabajar. Supuso que lo hizo por despecho, porque no le había sacado apenas nada. Poco después, pidió una excedencia en el trabajo, y voló a México, al Desierto de Sonora. Se buscaba a sí mismo. Durante el paseo lloraba. ¿Cómo una mujer tan hermosa se podía convertir en un monstruo, y además, infiel? Lloraba por lo estúpido que había sido. Un amigo (el único que no fornicó con su mujer) lo esperaba con el 4x4 en un pueblecito cercano al desierto. Quedaron en que pasearía un poco, hasta llegar al pueblecito, olvidado de la mano del Creador. Tras recorrer unos kilómetros, el llanto se alejó. También había perdido amigos. Se sumaron al bando de su mujer. El amigo que lo esperaba en el pueblecito o villorrio, esperaba una llamada. Cuando él llegó a la cantina, el amigo le pasó el móvil. "Llaman desde España", confirmó. Era el detective: "Cierto, su ex mujer ha prosperado, trabaja como escort de lujo". Esa noticia era algo que ya sospechaba. Se dedicaba a vender su cuerpo, y a dar placer a ambos sexos. Empezó a reírse dando la sensación de perder la cabeza. Algún día pagaré sus servicios. Y se calló.

martes, 3 de abril de 2012

La memoria de las piedras

Se acercó a las ruinas y tocó sus piedras, curioso, como si las propias ruinas del castillo le contaran viejas historias de Castilla. Aún se distinguían, entre los muros y torres mordidos por el tiempo, historias de grandeza, y de feudalismo, palabra que le sonaba muy mal, que, en tiempos pretéritos, seguía, parcialmente, viva. Buscaba su historia. De pequeño, se había perdido entre las ruinas, y hablaba a las piedras. Aquí, muchos nobles perdieron la vida, y muchos plebeyos, perdieron la suya, para llevar el diezmo de los impuestos, siempre que cada vez, su Señor, con cada nueva boda, pedía derecho de pernada. Entonces, la manifestación del terror era más violenta. Los muros del castillo temblaban, y más de uno puede decir que es de ascendencia noble, pero imposible de probar, a no ser por la genealogía. Caminó entre entre las piedras, y meditó su siguiente paso. Intentó subir a una de las torres, pero la entrada estaba obstruida, o no existía escalera alguna. Se preguntó por qué hacía esta visita, si poco menos había que ver. La vida en la ciudad seguía su curso, pero en las ruinas del castillo, el tiempo estaba parado, sin avance de continuidad. Entonces, recordó la memoria de las piedras y, cuando, siendo niño, jugaba a indios y vaqueros, teniendo como fuerte las viejas murallas de Castilla, por muy anacrónico que fuera, así pasaba el tiempo: recordando que ya lo había perdido, y que, su vida en la ciudad era una catástrofe tras otra...

lunes, 2 de abril de 2012

Vista cansada

Durante toda mi vida he estado buscando la verdad. Ha sido una maldición. Verdades hay muchas, tantas como embustes y mentiras. Las unas se ocultan a las otras. En ocasiones, por seguridad; en otras ocasiones, por controlar o dirigir a un rebaño manipulable y sin voluntad propia. He deseado la libertad a partir del conocimiento, y, a pesar de aprender, he cometido errores, como todos o casi. La lista es muy amplia. Jamás han comprendido mi ascetismo, mi manía de refugiarme en la lectura de sesudos tratados que lleva mi adoración hasta la enfermedad. Si no leo, o escribo, mi mente me atormenta. He decidido que el pensamiento más sublime es el más sencillo, sin pedanterías ni vacilación. Un libro es mi escudo, y mi defensa. Intenta arrebatarme uno, y ya verás el resultado. Los libros son más fiables que las personas. Por eso escriben las personas. No soportan guardar sus defectos y transformarlos en virtudes, cuando las mismas virtudes han desaparecido hace tiempo. No me basta sólo el libro y su forma, o su contenido, me interesa el conjunto, todo entero, porque el libro es un instrumento que ha creado el animal más elevado de la creación para no perder aquello que perderá con la muerte. Si he de ser sincero, en ocasiones, no leo, medito en silencio. Pero mi rostro está surcado de arrugas, como si la agricultura de la vida hubiera decidido poner surcos a mi vejez, para plantar, en la muerte, las semillas de un futuro que no acabará conmigo, pero sí me olvidará. No me basta tener la vista cansada. Apenas distingo las palabras, pero recuerdo su significado. El otro día me desmayé en pleno estudio. Cuando me desperté del accidental letargo no veía nada. En la consulta me dijeron que se debía a la tensión y al esfuerzo de varias noches estériles. Tengo la vista cansada. Logro ver a veces. Otras, hay un veto que me irrita y me desplaza. Tengo la vista cansada. Ahora, vete, y déjame a solas con mis libros. No te preocupes: serán tu herencia. Una batalla interminable contra los ejércitos del olvido.

domingo, 1 de abril de 2012

En busca de las aguas mil

¿Cómo será este mes? Esperamos lluvia, pero no inundaciones. Y que el hombre del Tiempo no se equivoque. Porque todos esperamos algo de eso, ¿no?