El vehículo salió a más de ciento ochenta kilómetros. Los agentes se alarmaron y decidieron perseguirlo. Cuando llegó el momento, la carrera se extendió a la autopista, provocando un caos exuberante. De hecho, los demás conductores se preocuparon. No habían visto nunca un vehículo así, y de una rapidez cegadora. Incluso su diseño chocaba.
Desde los coches de la Policía se le pidió al piloto que frenara. Hizo oídos sordos, hasta el punto que aumentó la velocidad tres veces. Parecía un rayo negro que ennegrecía todo su paso. Un camión colisionó con un tráiler que se chocó contra un Mercedes que dio contra un vehículo de alta gama, que golpeó un autobús escolar. La autopista se había desequilibrado.
El vehículo siguió su carrera. No frenaba. El caos se transformó en mortal. En las noticias, unas doscientas muertes. ¿Quién era el piloto del misterioso automóvil? Se le vio en otras carreteras, en otras autopistas con el mismo resultado. La Policía no dio con él. Sus pesquisas no dieron resultado.
Es posible que el automóvil misterioso hubiera dirigido su carrera mortal hasta el infierno, si hay un infierno para este mensajero de la muerte.
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