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miércoles, 4 de abril de 2012

En compañía del desierto

El ocre color del desierto le recordó el final de su matrimonio. Un día su mujer lo abandonó, y se fue de casa. A los tres meses recibió una notificación del juzgado para el divorcio. No se lo podía creer. Por suerte, llamó a sus padres, y estos se movieron para que su ex mujer no le quitase nada. Su ex iba a la yugular. Una gestoría se las arregló para redactar los documentos. En el juicio, el magistrado le dio la razón, y sólo ella logró sacarle tres mil euros. Al salir del Juzgado ella le insultó. Incluso le contó que se había acostado con sus mejores amigos, mientras él se mataba a trabajar. Supuso que lo hizo por despecho, porque no le había sacado apenas nada. Poco después, pidió una excedencia en el trabajo, y voló a México, al Desierto de Sonora. Se buscaba a sí mismo. Durante el paseo lloraba. ¿Cómo una mujer tan hermosa se podía convertir en un monstruo, y además, infiel? Lloraba por lo estúpido que había sido. Un amigo (el único que no fornicó con su mujer) lo esperaba con el 4x4 en un pueblecito cercano al desierto. Quedaron en que pasearía un poco, hasta llegar al pueblecito, olvidado de la mano del Creador. Tras recorrer unos kilómetros, el llanto se alejó. También había perdido amigos. Se sumaron al bando de su mujer. El amigo que lo esperaba en el pueblecito o villorrio, esperaba una llamada. Cuando él llegó a la cantina, el amigo le pasó el móvil. "Llaman desde España", confirmó. Era el detective: "Cierto, su ex mujer ha prosperado, trabaja como escort de lujo". Esa noticia era algo que ya sospechaba. Se dedicaba a vender su cuerpo, y a dar placer a ambos sexos. Empezó a reírse dando la sensación de perder la cabeza. Algún día pagaré sus servicios. Y se calló.

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