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viernes, 6 de abril de 2012

Eclipse oscuro

Tenía los ojos abiertos pero no veía nada. Sentía arder las mejillas, y le dolían los globos oculares. Detrás de las córneas no veía nada. El médico le dio esperanzas. Necesitaba una operación. Según el médico, bastaba una pequeña operación para extirpar el tumor. Luego, podría ver, o al menos, eso era aquello que los médicos vaticinaban. Él veía un eclipse frente a la vista, y ese eclipse lo cegaba. no podía ver con claridad porque el eclipse ocupaba toda su visión. Se le antojó un eclipse eterno. Quería ver, pero no veía nada. La operación le permitiría recuperar la vista. Creía más en la medicina clínica que en los milagros. ¿Vería? Según el cirujano, que había ido a verlo, le explicó que, después de la operación, era posible que los ojos estarían vendados, por prudencia. La luz podía ser un estorbo. ¿Y si no recuperaba la vista? Entonces, dijo el cirujano, necesitaremos un milagro. Para los médicos, los milagros no existen, y si es así, prefieren observar que se trata de un tratamiento que ellos han logrado. En medicina, los milagros no existen. Esta bien, respondió, opérenme. El eclipse salía frente a su vista. Le molestaba tanto que le hacía daño. La operación sirvió de algo. Pudo ver a sus familiares, pero, en cada ocasión que cerraba los ojos el eclipse oscuro se le presentaba, y no sañaba, sólo la visión eterna y de pesadilla del eclipse.

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