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sábado, 7 de abril de 2012

Comprando

¿Para qué quería un ordenador estropeado? ¿Porqué lo había comprado? Ciertamente, nadie le entendía. La posibilidad de tratar de arreglarlo (pues tenía uno, un ordenador, nuevo) formaba parte de su excentricidad por recuperar siniestros de objetos, u objetos siniestrados. Un ordenador roto, o estropeado, sólo necesitaba un exhaustiva reparación. Se dedicó a estudiar libros de electrónica y de robótica. Lo partió y lo reparó. Sustituyó la pantalla rota, por la mitad de otra, de otro ordenador, que también compró. Soldó, conectó, y reparó los circuitos. Cuando todo estaba dispuesto, su primer contacto no funcionó. Volvió a examinar las tripas de la máquina, y encontró el fallo: la matriz del disco duro estaba defectuosa. Buscó, como todo experto, la nueva pieza, y la armó y la instaló. Al principio, la pantalla pestañeó, y se apagó. Volvió a conectarlo, y lo encendió. La pantalla se apagó en dos segundos. Quizás fallaba la fuente de alimentación. Lo comprobó, y nada. Volvió a encenderlo. La pantalla pestañeó, relampagueó y permaneció. Escuchó la musiquita del Windows, y con la mitad de la pantalla, pudo ver el programa original, tal como lo había programado. Un triunfo es mejor, después de varias derrotas.

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