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lunes, 16 de abril de 2012

Un hombre de su tiempo

Vamos a la catedral, le dijo su mujer. Él prefería el centro comercial. Era un hombre de su tiempo, y no necesitaba saber nada de reliquias. En este caso, aceptó por cortesía, pero ni por esas le apasionaban las catedrales. Además, él las llamaba "reliquias del pasado", para su mujer eran otra cosa, porque siempre se perdía de vista. Hasta que un día la vio besarse con otro hombre. No daba crédito a lo que veía. Lo más seguro es que fuese algún vapor del vino, o del almuerzo. Al regresar se confirmó cuando ella le pidió el divorcio, y gran parte de su fortuna.


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