Que, en ocasiones, el pensamiento vaya por un lado, y las reglas por otro, es un cosa. Eso no significa que debamos dejarlo de lado. El pensamiento puede ser erróneo, o el correcto, erróneo, también. Se suele meter la pata desde el principio, pero nadie es culpable de nada, por supuesto, y eso es una ventaja. Podemos equivocarnos, y equivocarnos siempre, y siempre continuaríamos equivocándonos hasta el infinito. Eso no nos perjudica: nacimos equivocados hacia la muerte, y eso es una verdad que no ha lugar a dudas.
Cuando, en cierto momento, nos damos cuenta de lo breve que es la vida, empezamos a mejor no pensar en ello. Si tienes 18 años, y estás leyendo esto, mejor déjalo. Aún eres joven para pensar en las limitaciones de la existencia. Es a partir de los 40 cuando uno se pregunta qué es el mundo y la muerte. Y merece la pena o no.
Poco importa que otro piense diferente, No es aceptable que el otro deba decirte cómo hacerlo. Sé tú mismo, pues.
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