Uno pasea entre los anaqueles de la Biblioteca, hasta que encuentra un libro o una obra que le llama. Parece sobrenatural, hasta el punto de que uno no puede describirlo. El libro o la obra te llama, y no puedes negarte a ese canto de sirena que naufraga en la lectura. Por eso, siempre que voy o vengo a esta Biblioteca, sé que se me abre un fértil mundo de posibilidades. Es más, cada posibilidad es nueva, y es reconocida. Nueva en que no se lee lo mismo en el momento, o no se escoge lo mismo. Buscas palabras que se asocian a otras, hasta que forman ensayos o novelas, relatos, poemas, y textos científicos, matemáticos, ricos y didácticos e infinidad de combinaciones. Me demoro cerca de una hora o dos, hasta que encuentro el libro, y esto, si no lo hallo, llego a perder cerca de tres. Es como penetrar en la Cueva de los Ladrones, y encontrar la Lámpara de las Maravillas, en un mundo lejano que se torna familiar y de acogida amistosa. Por otra parte, buscar un libro es lo mismo que buscar el uniforme o la ropa. Hay ropa elegante, bastracta, ruinosa, barta, cara, de ocasión y diaria, que son los periódicos del día. Entre anaqueles que se multiplican, o como dejó escrito Borges, que una Biblioteca, además de ser un laberinto, es el resumen de millones de vidas, frustraciones, anhelos y pensamientos.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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