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jueves, 20 de noviembre de 2014

Una espera tranquila..., tal vez

Una manera...
Mientras pasé un par de días de excursión mañanera por el centro cultural, pero en busca del certificado de asistencia a una serie de conferencias, dejé, finalmente, mi teléfono. Queda, pues, esperar, pero eso no significa que la espera sea banal.
La espera, el tiempo que pasa y se dilata, no es la muestra completa de la dilatación de la espera. Sólo basta esperar; pero el tiempo transcurre, y no perdona, porque, el propio transcurrir, el valor que le damos al tiempo, su avance, en realidad, es aún más relativo. De hecho, lo es tanto, por supuesto, porque el transcurso del tiempo, no es percibido por todos por igual.
Los dígitos son los mismos; pero no es la misma hora en Cánada que en Portugal, o es la misma, pero las circunstancias son diferentes. La relatividad de la percepción del tiempo, tratándose de una dimensión, conjunta con el espacio, y si, en el Espacio, el tiempo transcurre más rápido, está claro que perdemos algo más que la ropa por el camino, y nos faltan, claro está, datos importantes.
Y otra manera del paso del tiempo, o de perderlo
 

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