Entradas Universales

martes, 10 de febrero de 2015

Millones de mundos

Sí, cierto, millones de mundos, y hay más. No acaban nunca, porque se generan otros, y eso significa que la materia, y los otros estados, continúan con los engranajes útiles, hasta tal punto, que sólo pueden verlo aquellos a los que la curiosidad seduce. Pero también es cansina. Si se observa lo mismo, al final, está se transforma en una rutina. Tan es así, que hasta el propio Sherlock Holmes se hizo adicto a la cocaína, y ciertamente, a una variante del opio, que se inyectaba, porque su mente lúcida se aburría. No es de extrañar, porque, si no se renuevan, en la Red, la información, estamos condenados al tedio, porque la curiosidad nunca descansa, y eso se nota. Pero nadie es tan inteligente, porque, primero ha de conocerse realmente cómo es (y la frase original me la regaló un amigo, al que envío saludos desde este blog, que me la cedió, y es de su autoría: te debo una cena), y que la he modificado, para estas líneas -si la descubres eres un lince, amigo lector-, y que me digan curioso, o que extraigan conclusiones erróneas, suele ser un certero ataque a mi vanidad, y lo prefiero así, porque uno no es infalible, y también me equivoco. Pero prefiero equivocarme millones de veces, a tener razón siempre. Sin la duda, la curiosidad muere, y eso es más que evidente. porque se necesita la curiosidad para continuar investigando. Pero probar que uno puede equivocarse, ponerlo a prueba, no refleja que se sea más despierto que la víctima de ese mismo ejercicio de escasa capacidad intelectual, sino que iguala al otro, y al uno, hasta en la muerte. Hay maneras de demostrar lo aprendido, no de poner a prueba con meras chorradas.

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