Jacta est |
Nada está bien. Cada día que pasa, nos quedamos sin oxígeno, de tal manera que, en ocasiones, ese oxígeno es preciado. Las cosas no van bien. Vivimos en un mundo en donde todo es una vana ilusión que nos meten en los ojos. Nuestra huida no es hacia adelante sino en retrorunner, esa nueva especialidad olímpica en el que corredor va como los cangrejos, de tal manera que, cuanto más creemos que avanzamos, en realidad, estamos retrocediendo. No por nuestro deseo (que ya hay alguno leyendo estas líneas diciendo: a mí no me pongas en ese grupo); pero sí por el deseo de otros. La dirección e itinerario hemos de decidirlo nosotros, aunque suene a filosofía barata. Después de todo, no lo es tanto. Si te cuesta más dinero, por lo menos, que sea de calidad. Pero el camino que llevamos es el contrario. La anestesia siempre es la solución fácil, de tal manera que, en diversas ocasiones, se trata más de un recurso obvio, y una pereza, que nos tienen que poner algunos despiertos, para que despertemos. Sin embargo, sospecho que cada uno ha despertar en su momento, porque el golpe será tan grande, tan funesta la bofetada, que no sabremos a qué carta quedarnos, y tendremos que decidir nosotros, y no los otros que deciden nuestras decisiones.
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