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Ciertamente, mi percepción como esquizo sufre de una manera distinta; pero, entre los normales que, en ocasiones, extraen sus propias conclusiones, sobre lo que es o no es, he de reconocer que mi percepción falla en muchas cosas, pero no por mi culpa. Y eso no me convierte en peligroso, porque no lo soy. Eso sí, he sufrido las consecuencias de personas que no lo son, y que, por cierto temor, empiezan a tratar a otra con dolencias, como si fuera algo menos que un ser humano. Primero con miedo, luego, con un temor creciente y, finalmente, con la sensación de perjudicarla, y luego, mantenerse a esa distancia, que es prudente, pero absurda, para sucumbir en el aspecto más bestial del ser humano "normal". Mantener las distancias, después del daño hecho, sólo provoca rechazo en el que sufre la dolencia, que se cerciora de ese comportamiento, y ya no los ve como humanos, sino con imágenes míticas, casi mefistofélicas, y se disiente del trato, y decide que no merece el trato que se le ha infligido, porque no comprende ni esa violencia hacia su persona, ni esa crueldad y, encima, esas mismas "personas" le exigen tareas, que uno no lleva a cabo, ni por favor del favor. Después del maltrato, uno no espera escribir composiciones de agradecimiento. Equivale a que a uno le corten la cabeza, y luego le pidan que se ponga a cantar. Hecho absurdo, bestial e inverosímil.
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