No hace falta que me felicitéis, chicas |
Una sorpresa descomunal. Llevo escritos a mano, más de cien folios, de un total de quinientos que pienso escribir y encuadernar, en un cuaderno de notas casero. Lo he visto, por el grosor que llevo en el portafolio, y eso, ya casi acabando el verano. Me da la sensación de que, de alguna manera, la posibilidad de utilizar algunas tardes o noches, poco antes de dormir, para plasmar cualquier idea o pensamiento, otorga cierta libertad que el ordenador limita. Además, aunque se guardan los archivos, cabe la posibilidad (remota) de perderlos. En cambio, la tinta queda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario