Estas hojas manuscritas, que pueden ser unos apuntes, pertenecen a unos libros manuscritos de principios del siglo XX. Es posible que estén datados en 1901 y, por la forma de las letras, se ha llevado mucho la letra decimonónica que lleva la rúbrica de un pasado arcano, ya no tan reciente. Lo cierto es que se trata de, en este caso, notas que carecen de importancia; apuntes, quizás de las lecciones siempre nuevas, y, por lo común, repetidas. No es un libro de cuentas, pero parece un libro de notas, de pensamientos, pesares, días agradables, ternuras, y vivencias positivas y negativas. Tampoco me extraña que, en estos casos, estos libros sirvan de testimonio de un siglo que estaba naciendo. De hecho, esto me recuerda a mi abuela Candelas. Nació durante el año de la guerra que siguió a otra, la del conflicto austrohúngaro, en 1914 (en el año 1942 nacería mi padre); es increíble como me llegó este recuerdo, ahora que mi abuela no está. Pero es de la familia de mi padre. También me viene a la memoria, de la familia de mi madre. Vivieron por esos años, y, como todos, también pasaron por las guerras, si me refiero a ambos abuelos, ya fallecidos. Quizás estos libros den pistas, porque siempre se espera dejar la rúbrica del pensamiento en fuego, para que la memoria aprenda, corriga, rectifique, contraste, y no olvide.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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