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martes, 20 de septiembre de 2011

Móviles del Infierno

Se sabe que Lucifer, al verse ya caído de las Alturas, decidió introducir a la marioneta que su Amoroso Padre creó, el ser humano, en el pecado de los negocios. El dinero mueve el mundo, y su número es el 616 (la del 666 queda invalidado). Continúemos con el Portador de la Luz. Poco después de adoptar la forma del macho cabrío alado, mediocre copia de Pan, que lo afea y desentiende, le mostró lo que era forjar hierro para el Mal, a construir máquinas infernales, la rueda, y los misiles. Lo sé, algo me dejo en el tintero, pero estoy creando e improvisando. Hasta que pasaron guerras y más guerras, hambrunas y más hambrunas, cacharros y más cacharros, hasta que llegamos a los móviles, esos aparatitos de bolsillo que, en los años 70 y 80, pesaban más que una mancuerna de 45 kilos. Entonces, el propio Satán, o Lucifer, porque Satán es uno de sus Generales, bastante retorcido por cierto, en poseer los cuerpos de inocentes jovencitas, decidió que su número proclamaría el control de Su Reino en la Tierra, y de las estrellas, llegó la tecnología de los teléfonos móviles, hasta tal punto, que se decidió fastidiar a los humanos, y vengarse de su Padre, que lo creó perfecto y hermoso, y luego, lo dejó caer. Gracias a eso, hay personas a los que les encantaría tirar sus móviles, pues se saben vigilados, y con una dependencia que genera idolatría. La técnica para el ser humano es esclavista, la tecnología es una suerte de tirano. Y es cierto, en ocasiones, cuando la recarga se retrasa, me entran ganas de tirarle el móvil al mismo Señor de las Tinieblas..., ¡por capullo!

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