En ocasiones, no me ha tentado quedarme dormido en el pupitre de las academias que hay desperdigadas por Madrid. Pero, sobre todo, el dolor de espalda que se te queda es bastante molesto. El pupitre que es silla y mesa fundidas por cuestiones prácticas, es el espacio más reducido para estudiar, y el aburrimiento es doble. No hay manera de moverse. Es posible estirar las piernas, pero nunca salir. Te puedes mover con el pupitre, y salir del lugar asignado, pero nunca saldrás de la clase. Hay ocasiones en que te suelen gastar bromas. A más de uno le han depositado una chincheta y ha sentido su puntiagudo malestar en las nalgas, que quedan doloridas y con un molesto escozor. Por suerte no hay hemorragia. Pero, con estos tipos de pupitres, o sillas-pupitre, las combinaciones suelen ser extrañas y originales. También suele suceder que, cuando te levantas para irte, te quedas peligrosamente atascado en el intermedio, y los golpes se dirigen desde los riñones hasta la espalda baja y el pecho. Muchos alumnos con sobrepeso carecen de la capacidad absoluta para liberarse del pupitre (como el de la imagen), y se lo llevan a cuesta, o necesitan ayuda de los bomberos, que tienen asuntos más importantes. Para liberar de su carga a este tipo de víctimas, han sido necesarias grúas y expertos en ingenieria, con resultados exitosos, pero para vergüenza de estas mismas personas, que se han sentido humilladas por ocupar demasiado espacio físico, en un mundo cuántico que no ha sido ideado a sus medidas y proporciones. En fin, benditos pupitres.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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