Sin excusas, pero con sorpresa |
Días en los que no se encuentra uno muy lúcido, las excusas no son siempre tan vitales como las palabras, sobre todo, cuando no hay nada que excusar. La lucidez de algunos días es impagable. Momentos en los que esa misma luz de la inteligencia, provoca esa chispa que enciende el motor de la creatividad, o ese mismo motor con la capacidad de actividades que se habían dejado, y eso, no es excusa, pero desde la oscuridad, tampoco se puede, por lo menos, escribir o argumentar. Cuando una parte de la mente queda inactiva por la falta de sueño, por ese insomnio que ataca de vez en cuando, la escritura pierde toda su brillantes, incluso a la hora de dibujar o pintar.
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