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sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando el perro escucha

Esto me ha sucedido hoy. Pero es una anécdota que se repite constantemente. Olvidamos que los perros, o cualquier otro animal, es una bestia, sea doméstica o no, y lo juzgamos sólo porque no demuestran una inteligencia que es instintiva y natural en ellos. Esto nos compete. En cuanto olvidamos que un animal carece de inteligencia, da la casualidad de que nosotros somos los menos sabios de todos. Precisamente, al ir a pasear con mi perro, Hércules, el superperro de la primera entrada de este blog, allá, por el año 2008, siempre me sorprende que se tome ciertas libertades, que me irritan, y que parece pasar por alto. Uno de estos ejemplos sucedió hoy. Como Hércules siempre suele pasar de nosotros, por casi cualquier cosa; pero fijo, cuando se trata de perras, corre el peligro de que al "viejales", como yo le llamo cariñosamente, no piensa en su seguridad. Entonces, en su intento de acceder a una amistad femenina, no escuchaba. Hasta que le llamé por segunda o tercera vez, con una voz que imponía, pero sin echarle la típica bronca. Se quedó parado, como pensándolo, y cruzó el tramo de una acera a otra (por cierto, que antes casi le atropella un coche, agradezco la pericia del piloto para frenar antes de tiempo), y cruzá sin rechistar. Me di cuenta de que escuchaba o escuchó. No era una orden, sino una petición con un "vuelve". Lo comprendió, y aunque actúa con doble naturaleza, su regreso fue más que completo. No sé que diría el encantador de perros. Pero, en muchas ocasiones, los animales demuestra su "humanimalidad" en más de una ocasión. Por cierto, la palabra entre comillas me la acabo de inventar pero, esta vez, no cedo los derechos. En fin, que creo que no conozco del todo a mi Hermano Perro. La suerte es que es un enigma vivo, y eso lo convierte en un tesoro.

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