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jueves, 17 de noviembre de 2011

Tres últimos días, oiga...

Sí, porque a Rubaltandas le gusta el espectáculo, y no resolver nada, pues es sabido que utilizó a los Indignados para que su carrera no se viera enlodada por la corrupción que atrapa a todo político, sea de derechas o de izquierdas. En sus mítines, echa la culpa a la Oposición de los desatinos de su futuro gobierno, o quema las aguas, porque ya se ha deshecho de sus naves, y ya no le quedan para seguir con la refriega filibustera. Queda ver el final, pero, si tenemos en cuenta que los recortes fue una peregrina idea socialista, con la intención de llenar la saca, el asunto se vuelve peliagudo. El Zejador es un muñeco, y, como tal, así lo han utilizado hasta al mismísimo Rubaltron, que es un programa defectuoso, porque está programado para tirar las llaves e irse a mentir al monte tralará. El juego sucio en la política española es más que evidente; pero, si el partido que llegue al Poder, arregla las cosas, es posible que, por lo menos, el cielo sea azul, y no ensangrentado por las promesas que no se cumplieron, el poco digno despertar de la Memoria Histórica (al abuelo del Zejador se lo cargaron los suyos por traidor al emblema colorado) y, esperemos, confío, que ya la división de España se ha producido recemos o confiemos en que la unidad sea un hallazgo real, porque el PSOE no ha derrotado a sus primos etarras.

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