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domingo, 27 de octubre de 2013

La hora de anotar

Los cuadernos tan necesarios y tan vitales
Las notas nunca vienen y van. Si se tiene una variedad inmensa, es posible consultarlas. Recomendable a la hora de escribir. Siempre son grandes compañeras, y cuando el cuaderno se gasta, es posible guardarlos y almacenarlos, porque no se sabe cuando harán falta, para mejorar el escrito. Por eso, desde luego, es necesario, sobre todo, poner la fecha. Para restar trabajo, yo utilizo un fechador. Basta con girar el rodillo, y buscar la fecha del día, y luego, sólo queda imprimirlo, de tal manera que, en estos casos, el esfuerzo es mínimo. Y uno, luego, puede anotar lo que le venga en gana, o se le ocurra.
La meta no es ver el cuaderno acabado, sino que las notas sirvan de algo, para futuros trabajos o escritos. Lo mejor de todo consiste en que un cuaderno sirve para todo; para casi todo. Y después, que acabado el cuaderno es un buen instrumento de consulta. O de leer, si es posible descifrar las letras y garabatos.
Cuando llega la hora de anotar, hay que evitar al policía que siempre está vigilando constantemente, sólo basta concentrarse en la escritura, claro. Pero reconozco que es difícil, muy difícil. Pero no sucede nada  si ese día no es posible. No hay que forzar nada.
El descanso es aconsejable, porque, al día siguiente, se verá de otra manera. Y es muy cierto, las cosas se ven de otra manera, con otro prisma, al día siguiente, o a la semana siguiente. Tampoco hay que forzar a quien no desea escribir, o al que escribe poco, ni al que lee. De hecho, escribir es la opción que se ha de elegir por propia voluntad.
Pero no se ha de obviar la hora de anotar (que puede ser cualquiera), y que idea que no se anota, no será de importancia. Nos vemos.


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