Palabras, el código genético de la lengua. Las palabras componen la cultura y el conocimiento, y la estimulación de estas mismas palabras (no importan el idioma, porque la variación de los sonidos es legítima), y las palabras son más que palabras cuando dicen.
Y dicen muchas cosas, como, por ejemplo, para ocultar, o para enseñar, para esconderse, o como armas arrojadizas. Son esas palabras las que forman nuestra personalidad. No sólo somos lo que comemos, sino lo que hablamos. Incluso las palabras cambian de bando y de bandera, modifican la realidad, o crean otra nueva.
Pero hay palabras que, mal ordenadas, o dichas con desdén, destrozan a las personas, porque les muestran una realidad que no es real. Poco después, el arrepentimiento. Pero no es momento de dar u ofrecer o tomar.
El lenguaje nació de la necesidad de comunicarnos, y ahora, la información es vital. Muchos magnates se han convertido en los auténticos ricos de la palabra, porque la información cuesta dinero. Pagamos por estar informados, para que nos cuenten lo que queremos oír, no lo que deberíamos escuchar o que nos muestren, porque suelen ser muy vulnerables. Porque las palabras son, siempre, más que palabras.
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