Muchos no lectores, o que leen muy poco, piensan que la lectura turba y ciega. Un tanto así como a Alonso Quijano. Bueno, depende del lector. El lector ha de formarse con cautela, pero también con un poco de riesgo, porque la lectura es una gran aventura (y disculpen el pareado), y esa misma acción de leer, cuando, el lector, se encuentra a sí mismo, frente al escrito de otro, y lo interpreta a su manera, de tal modo, que es libre de ver en un libro, todo lo imaginable, y lo inimaginable. De hecho, la palabra "imaginación" proviene de "imago", que significa imagen. Y es posible extraer imágenes, tanto de un ensayo, como de una novela o poema. La imagen se presenta en la sociedad, y la imagen es histórica, legendaria y mítica.
Platón creó su sistema filosófico (que no es un sistema, porque engloba, como Aristóteles, varias ramas) a partir de desentrañar las imágenes de los mitos (narraciones); de ahí que hayamos heredado una cultura que ha evolucionado la imagen, y el símbolo. Cuando una imagen se convierte en símbolo, es un mito, y ese mito se transmite de generación en generación.
Nuestro mito es la televisión y el cine, que se alimentan de la narrativa. La narración es, pues, la misma cosa que el mito. Toda narración es ficción o no, pero siempre lleva o porta esa parte de mito que la convierte en universal. No por eso estamos ciegos; pero quien se ciega, suele ser por la publicidad de compartimento y la información, que es amplia, pero, de vez en cuando, hasta un Hoax, se transforma en una suerte de mito, cuando suele ser una broma de mal gusto, o una tomadura de pelo.
¿Crearon los griegos, con el mito, sus propios Hoax (noticias falsas y absurdas), para comprenderse o comprender la naturaleza humana? ¿Acaso miraban o veían de fuera para su interior? Aquí dejo estas cuestiones. Otro día volveremos a ello. Hoy no...., ¡mañana!
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