Demasiado reconocible, por sus pechos |
Pasa el tiempo, y luego no reconoces a la persona con la que has tratado un breve tiempo. El físico cambia algo, pero el rostro tiene la misma fisonomía. Luego, te das cuenta, caes en la cuenta de que es la persona de hace años, pero no os habéis reconocido. Os quedáis mirándoos, fijamente, pero se torna imposible, porque el silencio no es de reconocimiento, y el tiempo ha vuelto a jugar sus malas pasadas. Te dices, os decís, eres tú, pero demasiado tarde, ya ha dejado la plaza del autobús, y queda la duda de si debiste saludarla, o seguir tu camino, que es aquello que hiciste en último lugar.
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