Dos montañas que no necesitan la fe para moverse |
En cierta manera, la fe, por muy religiosa que sea, es una fe enferma. No mueve montañas, porque esa fuerza se le ha ido en pos de falsos profetas y predicadores que nunca han creído en ella, y que se dedica a crear sectas y otros movimientos dudosamente religiosos. La fe ya no mueve montañas, porque no hay tal fe. Es hora de que el ser humano se haga responsable, y no haga caer sus pecados en un dios que no ha servido nada más que a sus propios intereses, y que no es un dios, desde luego. La fe se mueve por las divisas y la codicia. Y no hay más. Cargar a otro con nuestras faltas, sólo demuestra mirarse el ombligo sin hacer nada. Y el ombligo continúa creciendo hasta que no nos vemos los pies, porque hemos perdido la noción de realidad que nos arrebatan cada día.
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