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jueves, 19 de enero de 2012

De artistas, intelectuales y otros naufragios

Mosquitos de William Faulkner. Una novela bohemia, en donde los personajes, escultores, escritores, intelectuales y vividores, pasan el día en el yate de una mecenas de las artes, hasta que la nave encalla, y salen a relucir los defectos y faltas de cada invitado. Es una de las primeras novelas de un joven Faulkner que quiso homenajear a Sherwood Anderson, donde un personaje es el referente del viejo escritor que, cuando se publicó esta novela, el propio Anderson criticó a un Faulkner naciente como autor. La novela se lee con agradecimiento, y, en ocasiones, es experimental: flujo de conciencia, mucho más fino que Joyce, y que sin duda, enriquece el texto, en ocasiones, porque somos testigos de los pensamientos de casi todos los personajes. En realidad, Faulkner viene a decir que los artistas, intelectuales y toda la fauna bohemia, "hablan hasta que las palabras pierden su significado". Y, en la novela, se habla mucho, sobre el arte y la vida, sobre temas que están muy por encima de la realidad,puesto que esa realidad la reafirman los propios personajes, y el lector la acepta; pero acaba viendo que todo es una farsa, que los propios personajes no se soportan unos a otros, que les pesa la vida, porque su vida, sin el arte, sea de la escritura, o de la escultura, está vacía, y que no les une una auténtica amistad, sino un complejo entramado de convenciones y edificios huecos. Eso sí, se habla mucho de la literatura, de las artes, y el lector se da cuenta de que, en lo más profundo de la novela, Faulkner nos está mostrando la cáscara, hueca y amarga, de unos seres que han perdido la razón de serlo.

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