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sábado, 7 de enero de 2012

En una mano

No es Hércules, pero casi. El de la imagen es un chihuahua puro, y con el hueso enjaezado de diamantes, incluso creo que el perrillo, parece de otro sexo. Eso sí, el cabezón es característico. Hércules también cabía en la palma de la mano. Y su mirada es de sorpresa y estupor. Se está preguntando po qué lo sostienen en una mano, como si fuera un trofeo o un regalo. Hércules, de pequeño, ponía la misma cara de circunstancia, porque trataba de comprender a los humanos, y al mundo. Da la sensación de que los cachorrillos no comprenden nada, pero tratan de buscar explicaciones a actos que no pueden descifrar. De hecho, hay canes que dan todo por sentado, y se repantigan en el suelo, durmiendo como única salida. Ahora, Hércules, no hace otra cosa que dormir, por la edad. Incluso, a sus catorce años (que equivale a casi un siglo de vida humana, pero canina), se agota más de lo normal. Le duelen las extremidades, tiene calambres musculares, y también algo de desgaste óseo, porque ya no sube las escaleras como un rayo, sino que tiene que pararse, para recuperar fuerzas. Luego, tiene toda la tarde para recuperarse. Pero, últimamente, duerme bastante, y es comprensible. Por lo demás, en ocasiones, vuelve a sus carrerones de antes, que lo agotan, y se queda tranquilo al llegar a casa. En otras, está tan mimado, que se pone a llorar depresivo en cualquier momento de la noche, y frena si se le llama la atención. Debería saber que nuca le dejamos solo. Lo sabe. Filosofía perruna.

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