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viernes, 6 de enero de 2012

La Quinta Tierra

Cuando Laura Mitchel, atrofísica e investigadora de un invento que cambiará el mundo de la ciencia (el teletransporte) descubre que la quieren ver muerta, gracias a Alex, un extraterrestre del Planeta Olimpo, también se entera, al mismo tiempo, de que su origen no es humano, el mundo empieza a convertirse en un lugar inseguro. Alex le muestra que el origen del ser humano no es como lo ha dado la Ciencia y la Historia, y que hay más misterio que certeza, y que una civilización avanzada, liderada por los mosay, cultiva seres humanos como ganado, para su propia explotación. En La Quinta Tierra hay posibilidades, dentro de la ficción, que nos enseña a que no hay que dar todo por sentado, y que ciertos conocimientos son peligrosos, y los errores se pagan. Es una novela en que triunfan los humanos; pero, a mí, el final no me ha gustado. Demasiado fácil y evidente, para salir del paso. A su favor tiene que se lee con pulso tranquilo, y los personajes tienen una mágica y clara plática, en donde se desvelan los conocimientos que tenemos sobre lo desconocido, y algunas conjeturas sobre la Atlántida, y lo planetas descubiertos, con vida posible. Alex, el desertor, confirma que hay vida creada por el carbono, y que los origenes del ser humano y su evolución se debió a una manipulación genética. Por otra parte, esta obra autoeditada por el autor en Autopublish, radica en que es tan simple, que no es precisamente para darle un premio literario. José Antonio Ramos, ha descubierto una manera de explotar la literatura de ciencia ficción. Parece novedoso, pero el corrector de las galeradas es un incompetente, estropeando pasajes y diálogos a los que no había que corregirles ninguna coma, sospecho, en el original. En fin, es una novela que se deja leer.

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