Ancho y voluptuoso mar, y preferible a las tormentas del pasado |
En la vida, uno suele tropezarse con personas desagradables, que no son, desde luego, ni personas, ni individuos, y que sus máscaras, siempre suelen ocultarlas como el lobo hacia el rebaño de ovejas. La mala suerte de quienes se tropiezan con esta gentuza, resulta que se dedican a provocar en tu vida una serie de desgracias que no has buscado y, en otras, las ganas que tienes de apartarte de su camino, porque, lo que viene después, suele ser una especie de hecatombe. Primero se suelen presentar con una sonrisa, van de amiguetes, y luego, aprovechan para llevarse o afanarte, tu colección de cómics de DC, en este caso, la maxiserie del momento. Luego, te meten en la cabeza que son unos artistas, pero son unos artistas, sí, del engaño y la doblez. Luego, pasan los años, y los ves como informáticos en una empresa de venta por correo, y que, en cuanto los reconoces, se dedican a servirte mal los pedidos. Pedidos que pagas en mal estado, pero que, con el tiempo, te das cuenta de que esa empresa no tardará en caer, porque te elimina de la lista de clientes (¡menudo tontaco!), y acabas por no recibir el catálogo. Pero no te importa, porque, entonces, si ya no te encuentras en esa dirección, otro caerá. Entonces caes en la cuenta de que los Mares son muy Anchos, y que ese zángano lo hizo por temor, y el pícaro se volvió vengar, y sabes, por lo menos, que ya no podrá jugar con tus dineros, ni a hacerte la vida imposible, y que esperas que fracase, y más con la crisis, porque la facturación es penosa, y es más que evidente. Touchè!
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