Sigue siendo válida como persona, aún empleada en el negocio del entretenimiento para adultos |
Curiosas matemáticas esas de los votos. Al parecer, en España, dependiendo del origen y gentilicio de la persona, el valor del mismo fluctúa como en la Bolsa. Por ejemplo, un voto de un catalán, vale más que uno de Madrid, o uno del País Vasco alcanza un valor que no se puede comprar en el mercado negro. Y, claro, uno empieza preguntarse, como persona y como quien, en qué momento su voto pierde o gana valor, para encumbrar a partidos políticos que sólo actúan para sí mismos. En cuyo caso, la situación no es ni modesta. De hecho, el asunto se vuelve más complejo cuando esos valores que se dan, se los han inventado una suerte de expertos, o presuntos expertos en estadística, que dan los votos o los estudian, como si fueran valores en alza o en baja. Y de ahí, los partidos políticos, que se inventan hasta el idioma para controlar nuestras mentes y voluntades, deciden que es blanco o negro, incluso en democracia. Pero, voy a soltar una pregunta: ¿qué es está democracia, en donde el pueblo, o los ciudadanos, carecen o les han arrebatado las libertades y acciones, que, conforme a los derechos que les han arrebatado, no pueden defenderse? Ahí suelto la pregunta, y me dará para otra entrada, algún discursito filosófico.
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