Ser es, no hay duda |
¿En qué momento nos damos cuenta de que somos? ¿Cuándo tenemos conciencia? Somos conscientes de ello; pero, si carecemos de las herramientas necesarias para comportarnos con cierta coherencia, ¿por qué hay personas que parecen no estar en sí? Es decir, estos últimos siglos se han caracterizado por una serie de delitos atroces. Los asesinatos y el genocidio, utilizado con la excusa eugenésica y profiláctica. Pero, al cometer esos delitos, ese delito grave contra la Humanidad, ¿qué ha ganado? ¿A qué precio? Desde luego, exterminar a otras personas, o a otros seres vivos, sólo indica que, en algún momento, hemos perdido muchas cosas por el camino. Se exterminan pueblos y culturas. Nada ganamos, perdemos. De hecho, nuestra pérdida es tal que, en ocasiones, los responsables no suelen ser juzgados. Por una parte, sabemos ser, porque nos identificamos con el otro, sea o no vecino. Somos merced a él, porque él también tiene sus circunstancias. Son las nuestras, porque somos ambos quienes, como tales. Sin las relaciones exteriores entre otras personas, y no las cuatro paredes de casa, no podríamos crecer; pero, esto, a largo plazo, suena a utopía. Y, sin embargo, las relaciones son reales. Incluso en la virtualidad de Internet.
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