En una entrada del mes pasado puse, a vuelapluma, algunos datos en el aire. Por ejemplo, no recordaba el nombre auténtico de Logan, alias Lobezno, alias Arma X. En realidad, Logan se llama James Howlett, y si mis datos no son erróneos, Howlett nació en el siglo XVII, con un pequeño defecto en sus genes: era mutante. Quizás, debido a su diferencia, unas garras óseas, las utilizó como armas para sobrevivir durante tres siglos. Howlet descubrió que no era como los demás niños y, por error, no asesinó, sino que, por un descuido, arrebató la vida a su madre durante un reyerta. Dio la casualidad de que James Howlett perdió la memoria, y se olvidó de su traumático pasado, en donde le dieron una nueva identidad como Logan, en una agencia secreta del Gobierno canadiense. Otra vida fue cuando le transformaron en Arma X, un proyecto que consistía en cubrir su esqueleto y garras de adamantium, el metal más resistente y conocido hasta la fecha. Las garras de Logan son prensiles. Esto es: que las libera como un resorte. Al aumentar su resistencia, se añadió su factor curativo, y el sentido casi animal le proporcionó la capacidad de otear, sentir la circualción de la sangre y, en muchos aspectos, Logan se comporta como un animal, y sus ataques son fieros y estudiados. Logan puede perder el control en ciertos aspectos, cuando se siente amenazado, pero siempre se expondrá primero, para evitar males mayores. Porque, no lo olvidemos, Logan puede ser el más salvaje de los X Men; pero en su interior late un alma noble que perdió su pasado. Y un alma sin pasado, ya no es un palimpsesto. Todo lo contrario, es un disco duro borrado y destruido. ¿Por qué? La razón es muy sencilla: ha perdido sus raíces, y las continúa buscando.
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