Un hecho inaudito en España. Por fin, el Presidente del Gobierno, convoca elecciones generales, y se adelantan los comicios, hasta tal punto, que todo está preparándose. Por otra parte, la campaña de los populares está más que estudiada y, a diferencia del partido socialistas, su “líder”, Rubalcaba, parece esconder un as que no tiene. Veremos si es cierto que lo tiene, claro.
Por lo menos, aunque el abandono de Zapatero ha sido debido a la presión (porque no escuchaba ni a los ciudadanos, ni a la oposición, y se le ocurrían ideas de baratillo, que luego se convertían en aguas de borrajas); ahora, se ha quitado un peso de encima, pero las huellas de la tensión, el agotamiento, se veía en su rostro, y que se le estaba viendo ya el cartón, porque el cabello se le daba a la fuga, en la primera ocasión. También, una pérdida de peso alarmante, en los dos sentidos- tanto anímico, como político-; pero, ¿qué se podía esperar de un gobernante que, a las primeras de cambio, ni aparece cuando hay lío, o se desentiende de los conflictos? No demuestra integridad, sino una grave falta de responsabilidad, y que dice muy poco de su persona, pues es un tipo débil, que avergonzaría a más de uno?
Durante la crisis, estuvo negándolo todo, hasta que le dieron un costillaza Obama y la Merkel. Entonces espabiló. De manera incauta, las medidas de las reformas de las reformas de las reformas, no ha hecho otra cosa que sangrar el bolsillo de los españoles, y los comentarios de la calle: ¿por qué no se recortan sus sueldos los mismos mandatarios-mangantes? Ante esto, silencio.
Zapatero no dijo nada de los pufos en las Comunidades Autónomas del feudo socialista; sólo criticaba al PP, por la corrupción, restándole importancia en sus filas. Por lo menos, el abandono ha sido una humillación para el leonés. De nada le ha servido su maquiavelismo, pues no queda nada. Zapatero ha demostrado que ha sido un presidente sin personalidad, que se quedó sentado cuando, el Día de las Fuerzas Armadas, pasó el Ejército Estadounidense. Fue una de las primeras tonterías diplomáticas, en donde se veía el poco respeto que el líder (nunca lo ha sido) decidió pasar por alto, ese día. De ahí que, cuatro años después, no hubiera representación del ejército norteamericano, en ninguna de las ediciones posteriores.
A partir de este mes, las cosas se acelerarán. Empezarán los cambios, y es posible que sirva un roto para coserlo, y no dejarlo descosido. Esperemos que el cambio sea sólido y positivo, porque la recuperación, agónica, parece dolorosa. Por fin, Zapatero, está a punto de alejarse de la Moncloa, de una patada. Ya era hora. Lo decidirán las urnas, el 24-N, un día raro, desde luego.
Por lo menos, aunque el abandono de Zapatero ha sido debido a la presión (porque no escuchaba ni a los ciudadanos, ni a la oposición, y se le ocurrían ideas de baratillo, que luego se convertían en aguas de borrajas); ahora, se ha quitado un peso de encima, pero las huellas de la tensión, el agotamiento, se veía en su rostro, y que se le estaba viendo ya el cartón, porque el cabello se le daba a la fuga, en la primera ocasión. También, una pérdida de peso alarmante, en los dos sentidos- tanto anímico, como político-; pero, ¿qué se podía esperar de un gobernante que, a las primeras de cambio, ni aparece cuando hay lío, o se desentiende de los conflictos? No demuestra integridad, sino una grave falta de responsabilidad, y que dice muy poco de su persona, pues es un tipo débil, que avergonzaría a más de uno?
Durante la crisis, estuvo negándolo todo, hasta que le dieron un costillaza Obama y la Merkel. Entonces espabiló. De manera incauta, las medidas de las reformas de las reformas de las reformas, no ha hecho otra cosa que sangrar el bolsillo de los españoles, y los comentarios de la calle: ¿por qué no se recortan sus sueldos los mismos mandatarios-mangantes? Ante esto, silencio.
Zapatero no dijo nada de los pufos en las Comunidades Autónomas del feudo socialista; sólo criticaba al PP, por la corrupción, restándole importancia en sus filas. Por lo menos, el abandono ha sido una humillación para el leonés. De nada le ha servido su maquiavelismo, pues no queda nada. Zapatero ha demostrado que ha sido un presidente sin personalidad, que se quedó sentado cuando, el Día de las Fuerzas Armadas, pasó el Ejército Estadounidense. Fue una de las primeras tonterías diplomáticas, en donde se veía el poco respeto que el líder (nunca lo ha sido) decidió pasar por alto, ese día. De ahí que, cuatro años después, no hubiera representación del ejército norteamericano, en ninguna de las ediciones posteriores.
A partir de este mes, las cosas se acelerarán. Empezarán los cambios, y es posible que sirva un roto para coserlo, y no dejarlo descosido. Esperemos que el cambio sea sólido y positivo, porque la recuperación, agónica, parece dolorosa. Por fin, Zapatero, está a punto de alejarse de la Moncloa, de una patada. Ya era hora. Lo decidirán las urnas, el 24-N, un día raro, desde luego.
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