-98 por ciento-dijo Doc Eckman.
-No está mal.
-Está muy mal.
Doc Eckman tenía sus razones, y se debían a que, cuando Strike! arrancó la cabeza al robot con un disco del logotipo del Daily Planet, no había pensado en las circunstancias condicionantes de esa misma acción: los daños colaterales.
-Al cortar la cabeza del robot-explicó Doc Eckman-, no pensaste en los transeúntes de la otra parte de la ciudad. Bueno, sí lo hiciste, a última hora, porque llegaste a recogerla volando, antes de caer, y la enviaste al espacio exterior. ¿Qué ha supuesto esta acción? Muy sencillo: has eliminado una serie de satélites meteorológicos, del gobierno, de las ciencias, y de todos los demás países, al colisionar la cabeza en banda con todos a la vez. Han caído en la Tierra, y has provocado un caos mundial. No hay luz, no hay televisión, ni Internet. Enhorabuena, porque los satélites también, en parte, han sido financiados por la Corporación Wayne. Y millones de credidólares en material y tecnología. De manera que, el 98 por ciento, es una mala puntuación. Es mediocre. Como heredero de la Casa de El, tu puntuación ha de rebasar el 500 por cien. ¿Ha quedado claro?
-Sí, una semana más perdiendo el tiempo, mientras los Rubalcaba hacen y deshacen.
-No son tus únicos enemigos-replicó Doc Eckman-, Mohamed Luthor también quiere su parte. Además, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
-Eso díselo a Spiderman, Doc.
“¡Será cabezota!”, pensó el bueno de Eckman.
-Está bien. Conseguiré esa puntuación. Pero estoy un poco cansado de luchar con robots de los años 50 del siglo XX. Necesito enemigos más actuales-dijo Strike!
-No es mala idea. En la tercera sesión modifico el entrenamiento. Y ahora continua entrenando. Has de conocer a quien te enfrentas para utilizar la astucia, y no la fuerza.
-No me lo recuerdes…¡los satélites!
-Exacto. Aprendes con rapidez.
En esta ocasión, Strike! se acercó al robot, con hipervelocidad por el aire, lo atrapó del metálico abdomen, y lo elevó hasta más allá del cielo. Salió de la estratosfera, tomó aire, hinchando sus pulmones, y ya en el espacio (que no se escuchaba nada) dirigió al armatoste de los años 50 del siglo XX, hasta el corazón del Sol. El voraz calor de la estrella engulló a la máquina, y Strike! permaneció hasta que ya no quedó nada. Luego, las imágenes se borraron y retomó la visión de un Sala de Estrategia con baldosas metálicas. Strike! descendió.
-¿Cuál es mi puntuación?
-250 por ciento.
-Mediocre.
-No, Strike!, te acercas. La próxima vez, utiliza la visión de rayos X, por si el robot lleva una carga de plutonio, o alguna pastilla. Te recuerdo que el corazón del Sol es frío, calienta el exterior, pero el centro es frío. Te lo digo porque una radiación nuclear, expelida por una estrella, puede llegar de manera residual a la Tierra. No necesitamos…
-Lo sé-interrumpió Strike!-, los daños colaterales.
-Se acabó el entrenamiento por hoy.
-No está mal.
-Está muy mal.
Doc Eckman tenía sus razones, y se debían a que, cuando Strike! arrancó la cabeza al robot con un disco del logotipo del Daily Planet, no había pensado en las circunstancias condicionantes de esa misma acción: los daños colaterales.
-Al cortar la cabeza del robot-explicó Doc Eckman-, no pensaste en los transeúntes de la otra parte de la ciudad. Bueno, sí lo hiciste, a última hora, porque llegaste a recogerla volando, antes de caer, y la enviaste al espacio exterior. ¿Qué ha supuesto esta acción? Muy sencillo: has eliminado una serie de satélites meteorológicos, del gobierno, de las ciencias, y de todos los demás países, al colisionar la cabeza en banda con todos a la vez. Han caído en la Tierra, y has provocado un caos mundial. No hay luz, no hay televisión, ni Internet. Enhorabuena, porque los satélites también, en parte, han sido financiados por la Corporación Wayne. Y millones de credidólares en material y tecnología. De manera que, el 98 por ciento, es una mala puntuación. Es mediocre. Como heredero de la Casa de El, tu puntuación ha de rebasar el 500 por cien. ¿Ha quedado claro?
-Sí, una semana más perdiendo el tiempo, mientras los Rubalcaba hacen y deshacen.
-No son tus únicos enemigos-replicó Doc Eckman-, Mohamed Luthor también quiere su parte. Además, un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
-Eso díselo a Spiderman, Doc.
“¡Será cabezota!”, pensó el bueno de Eckman.
-Está bien. Conseguiré esa puntuación. Pero estoy un poco cansado de luchar con robots de los años 50 del siglo XX. Necesito enemigos más actuales-dijo Strike!
-No es mala idea. En la tercera sesión modifico el entrenamiento. Y ahora continua entrenando. Has de conocer a quien te enfrentas para utilizar la astucia, y no la fuerza.
-No me lo recuerdes…¡los satélites!
-Exacto. Aprendes con rapidez.
En esta ocasión, Strike! se acercó al robot, con hipervelocidad por el aire, lo atrapó del metálico abdomen, y lo elevó hasta más allá del cielo. Salió de la estratosfera, tomó aire, hinchando sus pulmones, y ya en el espacio (que no se escuchaba nada) dirigió al armatoste de los años 50 del siglo XX, hasta el corazón del Sol. El voraz calor de la estrella engulló a la máquina, y Strike! permaneció hasta que ya no quedó nada. Luego, las imágenes se borraron y retomó la visión de un Sala de Estrategia con baldosas metálicas. Strike! descendió.
-¿Cuál es mi puntuación?
-250 por ciento.
-Mediocre.
-No, Strike!, te acercas. La próxima vez, utiliza la visión de rayos X, por si el robot lleva una carga de plutonio, o alguna pastilla. Te recuerdo que el corazón del Sol es frío, calienta el exterior, pero el centro es frío. Te lo digo porque una radiación nuclear, expelida por una estrella, puede llegar de manera residual a la Tierra. No necesitamos…
-Lo sé-interrumpió Strike!-, los daños colaterales.
-Se acabó el entrenamiento por hoy.
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