
La violencia no arregla nada, porque, en este caso, los peregrinos sufrieron la desgracia del insulto, el desprecio y el menosprecio, como personas. Y, encima, estos manifestantes laicos, de la extrema izquierda, seguro, se dedican a culpar a la tradición cristiana, y no a oponerse a un Gobierno que ha reventado la economía del país. ¿Acaso no han aprendido que la violencia no arregla nada?
Ahora bien, estoy de acuerdo que la Policía se dedique a dar las guantás justas. Ni más ni menos. Otra cosa es que los peregrinos tengan que sufrir, en sus carnes, los desmadres de esos locos izquierdistas que no respetan ni a su abuela, y que se la cenarían sin dilación y con sonoros efluvios musicales.
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