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viernes, 5 de agosto de 2011

El Cápitan América cumple lo que promete

Dentro de los modelos de películas que rozan el clasicismo, “Capitán América: El Primer Vengador”, cumple como una película correcta y una ambientación y una dirección muy cuidada. También hay mensaje subliminal: el patriotismo de lo que ya escribí en otra entrada. Pero la producción se ha cuidado de relacionarlo con los conflictos actuales. Empieza en el presente, cuando unos investigadores del Gobierno de los Estados Unidos, hallan el escudo del Capitán América en el hielo. De ahí, la historia arranca con un enclenque Steve Rogers que quiere alistarse, durante la Segunda Guerra Mundial, sin conseguirlo.
Steve Rogers, además de delgado y débil, es enfermizo y no le dan apto. Utiliza cualquier treta para que lo alisten, hasta que un científico alemán lo ficha para un experimento que lo transformará en un supersoldado. Un estupendo Tommy Lee Jones lo reclutará, aunque no confía en las aptitudes de Rogers, que dará atisbos de su nobleza, si el patriotismo, es un tipo de nobleza. Poco después, el físico de Steve Rogers se modifica merced a una droga potente que le administrará el doble de fuerza, y un suero que evitará que muera al primer toque.
El resto del metraje es propaganda que Joe Johnston sabe mostrar muy bien, y en los años 40, para que no haya daños a nuestra época de crisis. Cráneo Rojo (Hugo Weaving) interpreta a un malo muy malo, y quizás con más peso. Lo demás, es una película bélica con todas las de la ley, muy al estilo de las batallitas hollywoodenses de la época, y con un claro mensaje hacia el símbolo americano. Por suerte, no terminó la Segunda Gran Guerra, gracias al Capitán América, sino a una suerte de circunstancias históricas que todos conocemos.
Y no olvidemos que hay una mezcla de cuidados efectos especiales, explosiones espectaculares y una coreografía interesante de luchas, y planos muy ensayados de acción. A pesar de que los productores sostuvieran que “no queríamos hacer propaganda de los conflictos actuales, como Irak, Afganistán y otros, decidimos trasladar la acción a los años 40, durante la guerra contra el Nazismo”. Palabras que, con todo el respeto, no me creo. En toda película norteamericana, el individuo que está por encima del Estado, automáticamente, se convierte en héroe, por mucho mindundi y escuchimizado que sea. Por mucho que la cinta se haya inspirado en el cómic del Capi. El mensaje es claro.
No soy antiamericano, pero que un tipo acabe con todo el tinglado él solito, únicamente demuestra que el estilo americano ha de imperar en el mundo. De manera que no me creo esas excusas en una película bélica que, al final, cumple con lo prometido, pues se trata de eso. La épica se halla en la historia de los personajes, muy bien construidos, pero, algunos, con muy poco peso en la película, como Bucky, el amigo del Capi, que muere casi en la mitad del metraje.
Por otra parte, es una película que se deja ver. Es agradable, y divertida en ocasiones, pero creo que Chris Evans podía dar más de sí al protagonista, que lo he visto recatado, incluso demasiado correcto en su actuación, y no con las ínfulas de superioridad que se daba interpretando a la Antorcha Humana en las dos cintas de “Los 4 Fantásticos”. Supongo que lo eligieron por el físico, puesto que su interpretación es algo limitada, teniendo en cuenta que Evans, también trabajó en “Esta no es otra estúpida película americana”, que, por cierto, no me gustó mucho por el humor grueso. Una cosa es cierta, tiene buen ojo para elegir películas de éxito, y es seguro, ya lo es, que lo veremos liderando “Los Vengadores”, y da para otra secuela del Símbolo Abanderado de América. Tendremos que ver para creer. Pero Evans debería trabajar más en una figura que no es del todo de papel, porque los símbolos perduran. Léase: Superman y otros.

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