Se nota en la escritura. No hay tensión, pero hay angustia por escribir. El autor es un crío que se debate entre plasmar el día, o no registrar nada. Es un abatimiento, casi una rendición. Pero el lector deduce que es posible que, al día siguiente escriba. Al autor, también le preocupa ir a la escuela. Tal vez, busca la intimidad, como el mero hecho de huir, para encontrarse a sí mismo. Y se ha encontrado, aún muy joven, en el dilema de escribir, o con el desierto que provoca el bloqueo. No le queda otro remedio que asistir a la escuela. Y no es un mal remedio, es excelente. Pero creo que es demasiado joven, para preocuparse por una nimiedad, que, con sus años, necesita tiempo y madurez. No he reprocharle nada. Pero, si ya vive la angustia, desde estos años, es para preocuparse. Si no puede escribir, ya habrá otros días. Es en vano sufrir, cuando se arreglará en breve, o tarde un poco más. Porque vanidad de vanidades, y todo es vanidad; pues cada cosa tiene su tiempo, y un tiempo para cada cosa. Además, está demostrado que, cuando Salomón decidió reconstruir el Templo de Jerusalén, se demoró bastantes años. El autor es aún muy joven para reconstruir su propio templo. Es aceptable que lo plasme en un diario personal, pero aún conociendo el mundo, no se llega a aprehender del todo el Universo.
Eight days a week... I love you
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He perdido a algunas personas muy queridas para mí. John es uno. Se fue
hace muchos años un día como hoy. Le quería y todavía le quiero. Es algo
inevitable...
Hace 12 años
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