Entradas Universales

domingo, 18 de enero de 2015

Descifrando novelas

Muy curioso
Muy curioso el arte y la ciencia de descifrar novelas. Desde que se creó el lenguaje y la escritura, descifrar novelas equivale a hacer una biopsia de dichas obras. El mundo se conoce mucho mejor si el lector o el guía, muestra el camino para dar con ese misterio, en donde, de alguna manera, se reconoce al autor por aquello que escribe, y también, por aquello que ha escrito mal, o no ha tenido la suficiente iluminación o "sentido común" (como dejó escrito Da Vinci, a la hora de observar, meditar y escribir.
Naturalmente, no afirmo que el escritor tenga mucho sentido común. En ciertas circunstancias orteguianas, el escritor es una especie muy extraña, aunque haga vida común con los otros mortales. Calificarlo de "rara avis" es más que acertado; mas, cuando se trata de escribir, es aún más raro, porque hay plumíferos de todos los pelajes (y plumas, como Oscar Wilde y otros); pero ahí se encuentra el gran lector, que también es de una especie, de otra, bastante más extraña, y que yo afirmo que es una suerte de mutante (con el X de los X-Men y X-Women, con redundancia, para que nadie se quede a las puertas del templo), porque, enseguida, el gran lector, que lee para aprender (y que, como Borges, prefiere la lectura a escribir, porque disfruta), también se solaza con la acción de cirujano, y sin estar colegiado o titulado.
El gran lector siempre tiene guías: en manuales de lingüística, de literatura, ensayos varios, y la infernal y maquiavélica invención de Internet, en donde suelen colarse los Perros de Tíndalos por las esquinas, y acaban jorobando la conexión, o que, por ejemplo, deja de buscarse, porque no siempre los contenidos se actualizan (culpa de estos perros y del jorobador de turno, que mantiene un control férreo, en muchas ocasiones, de los contenidos), y se demoran de seis a ocho meses. Hay autores o documentalistas y archivistas muy perezosos, oiga.

 
La solución
Y, claro, la solución no se encuentra en que se actualicen, pues el autor puede publicar cuando le apetezca, y con muchas ventajas. Las excusas no valen. Además, críticas de novelas, estudios, tesis, artículos (este es uno), ensayos, y más ensayos y más de todo, está plagado Internet, porque es una enciclopedia en vivo, y la Wikipedia, de la que es más fácil buscar los datos, mas no es fiable.
Los términos científico-lingüísticos- filológicos que se han ido inventando para descifrar obras literarias, se complican cada vez más, porque son para expertos. Es decir, el gran lector es un profano, y tiene que ir descartando ciertas palabras que oscurecen incluso los mismos comentarios sobre dichas novelas. Entonces, gracias al Dios Cósmico que se han creado los manuales más reducidos y sencillos, y los artículos y estudios breves, en donde se resuelve y profundiza sobre los aspectos de las novelas o cualquier otro género. Suerte que Aristóteles escribió su Poética y nos legó una serie de reglas y métodos para comprender la escritura y su quehacer. Con eso, estamos salvados temporalmente.
Nos presenta con sencillez
Aristóteles nos presenta con sencillez a los distintos géneros extrayendo conclusiones brillantes, con su propia manera de descifrar novelas y poemas y cuentos, leyendas y una lista larga de autores de su época, con sus críticas propias sobre otros autores, y que son una suerte novedosa para quienes deseen aprender sobre la lectura y la escritura, sin necesidad de acudir a Touring. ¡Faltaría más!
Bañados y secados
De estar empapados a quedarnos completamente bañados y secados. Pero descifrar novelas es algo más. En primer lugar: comprender al autor y su trabajo, y la novela que ha publicado, y un largo etcétera de datos, que no quedan expuestos al azar, porque hay novelas que se escriben para pasar el rato, otras mal, y otras que son despropósitos, y una larga lista de obras literarias que aportan un tanto, pero que, al final, acaban aportando nada. Y según la Lógica, en la nada, nada hay. Proposición de la cual disiento, porque la existencia es variada, y en el Universo no queda nada al azar, ni hueco que no haya sido conquistado o profanado.

Trata de descifrar
El estudioso de la novela, el que trata de descifrar cada momento de la misma, y la manera o estilo que el autor ha utilizado para descifrarla, y crearla, y los momentos claves, las escenas, siempre intenta, en todo momento, de mostrar al lector, el material que está leyendo, desde el bisturí, hasta desnudarla por completo, y hay sorpresas, desde luego. La belleza de la obra, no se ve hasta el final, y eso es una ventaja, porque al desnudar la novela, y que le permite descifrarla, y hallar las fuentes primigenias y mistéricas de la misma, enriquece la literatura. Pero hay escritores tan oscuros, que son alabados por su falta de claridad.
Alquimistas de la palabra, su intención consiste en dar con el lenguaje, con la manera de retorcer ese mismo lenguaje, de retorcer la palabra. Y hasta un gran lector salta, rendido, y exclama: je ne comprend plus!, es decir, que se queda a verlas venir. Y para eso están los auténticos descifradores de la misma, en donde abren caminos, y que auxilian a todos los lectores, a descifrar, por lo menos, esas novelas oscuras que son indescifrables, pero que, cuando se comprenden, son regalos para el paladar de la imaginación, siempre que no hayan sido selladas con veneno, en cada una de sus páginas.
Se divierte tomando
 
Pero no confundamos al escritor que se divierte tomando el pelo a los lectores, con el escritor serio, que le lleva años, e incluso décadas, escribir su obra maestra, aunque sea sólo una. De hecho, hay autores, como el mejicano Juan Rulfo que, a la hora de escribir sus dos únicas obras, le llevó tiempo poner orden en sus más de ochocientas páginas, y la realidad de su Comala, en donde unos fantasmas  narran la historia. El Llano en llamas transmite una serie de realidades en donde el autor no empezó sólo el primer intento de realidad mágica, que retomaría más tarde Gabo, con más excesos, sino que inició una nueva manera de codificar la escritura. Al principio, el lector no cae que los hechos los narra una persona desaparecida, un fantasma o varios fantasmas sin voz, y que se le oye. Pero no cae hasta que no lo comenta, o investiga sobre la obra. Los factores son infinitos. La escritura, también. Por eso los temas, universales, nunca se agotan, sino que se enriquecen para un mayor conocimiento de nuestra humana naturaleza.
Semejante al placer carnal
Además, el placer de leer, muy diferente, pero semejante al placer carnal, pero más sutil, nos compensa de los malos días, y de los días oscuros, en donde, de alguna manera, al leer, escuchamos y repetimos las historias de nuestros ancestros a la luz de la hoguera, mientras el más anciano del clan, dedicaba la noche a entretener a los niños y a los jóvenes, enseñando su sabiduría, y mostrando mundos nuevos a aquellos que desconocían esos cuentos o noticias, en donde, en algún momento, los héroes del clan, se transformaban en dioses. Ahora, los dioses, se han transformado en los avatares del humano moderno, en un siglo en el que los valores se han perdido, o se están perdiendo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario