Hechizando |
Si se argumenta bien, o con maestría un tema, o se ilustra una idea, las palabras que salen son un bálsamo para quienes las escuchan o las leen, de tal manera que no se trata de ninguna tontería. Para llegar al lector, el escritor ha de escoger las palabras, y eso, después de muchas pruebas y borradores, y claro, del día a día, escribiendo, y eso necesita tiempo, mucho tiempo.
Las palabras hechizan desde el primer momento porque el lector, a la hora de leer o escuchar, se siente tentado a buscar algo más que el propio significado de aquello que lee o escucha, porque las palabras han de seducir, y eso no es tan fácil. Los Clásicos se llaman así, porque nunca pasan, y eso es, por supuesto, una ventaja, porque sus palabras hechizan, por supuesto, y eso es una oportunidad para seguir aprendiendo.
Además de la elección de las palabras del discurso, hay manuales para lograr esa misma sensación para ser escuchado, y no ponerse nervioso. Pero he decidido ser breve: también se aprende a utilizar la combinación de dichas palabras, para que al hechizar al lector, la lectura sea más interesante, porque es algo así como un aprendizaje.
Las palabras hechizan desde el primer momento porque el lector, a la hora de leer o escuchar, se siente tentado a buscar algo más que el propio significado de aquello que lee o escucha, porque las palabras han de seducir, y eso no es tan fácil. Los Clásicos se llaman así, porque nunca pasan, y eso es, por supuesto, una ventaja, porque sus palabras hechizan, por supuesto, y eso es una oportunidad para seguir aprendiendo.
Además de la elección de las palabras del discurso, hay manuales para lograr esa misma sensación para ser escuchado, y no ponerse nervioso. Pero he decidido ser breve: también se aprende a utilizar la combinación de dichas palabras, para que al hechizar al lector, la lectura sea más interesante, porque es algo así como un aprendizaje.
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