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martes, 16 de noviembre de 2010

Hasta la intriga tiene nombre...

..., o no, nunca se sabe. De hecho, la intriga es una manera de bautizar al misterio, porque nunca se sabe lo que ocurrirá después. De hecho, hasta ahora, la auténtica intriga reside en al Literatura, hasta el punto que, en todo caso, la intriga, en la vida real, existe. Y nunca se resuelve. Es lo mismo que el programa americano Secretos & Misterios. Hechos que quedan abandonados en el más oculto de los abismos.En el programa en cuestión, los casos se mantenían sin resolver. El presentador nos dejaba con la intriga hasta la próxima emisión. Si nos fijamos en Cuarto Milenio, dirigido por Iker Jiménez, la filosofía e ideología del programa es semejante. Jiménez no reduce la intriga a un misterio, o a una verdad, invita al espectador a resolverlo; pero, para alguien que va a trabajar todos los días, no está, ni para crimenes, ni desapariciones, ni encuentros con supercivilizaciones. Ya, lo que nos pasa, es que el mundo va demasiado rápido para algunos.
Pero la intriga se encuentra justificada en la conocida Radio Macuto vecinal. Las marujas que no dejan de enterarse de todo, y que siempre ocultan por su escasa carencia de vida social, o que no te saludan, y sólo quieren saber. Seguramente, nunca ha habido asesinatos de marujas. Quizás, porque no ha sido necesario. ¡Cuidado con ellas!
Por otra parte, en la intriga no es necesario conocer como se produjo el crimen. Equilvadría a tomar apuntes estilo CSI, y la investigación sería fría y sin funcionamiento aparente. La frialdad no es necesaria en un investigación ficticia. El criminal puede ser frío, el relato, no.
Reconstruir todo el crimen para averiguar las razones del mismo es un toma y daca constante entre el investigador y el criminal. Pero hasta el menos sospechoso, o debilucho, puede ser el autor del crimen. No siempre es el mayordomo el culpable, o el jardinero, que, seguramente, es el amante de Lady Summer, o el médico, que ahora ignoro si es amante o sólo mirador. Pero eso no debe preocuparnos. Conocer, finalmente, quien es el asesino, es lo que menos nos importa. Quizás el crimen es lo más importante, porque, del crimen, es posible extraer infinitas historias.

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