Entradas Universales

lunes, 15 de noviembre de 2010

Paladines de la Justicia

Son casi inmortales, casi dioses, y si pudieran, salvarían el mundo cien veces, y millones de veces al Universo. Te los puedes encontrar por la calle, y no los reconocerías. O es posible que no te los hayas encontrado nunca. Pero siempre se encuentran entre la Ley y la marginación. Si existen, es por la unica razón de que los necesitamos. ¿Nos necesitan ellos a nosotros? Puede. Pero queda aún el dilema de dicha necesidad. Lo hacen por altruismo, no por esperar algo a cambio. Los llamamos héroes, cuando, en realidad son más que eso.
No olvidemos que son personas, con los mismos problemas que nosotros, con sus vidas, y que tienen tanto que callar, tanto ellos como nosotros. Pero si queda un resquicio de bondad y humanidad, está claro que los necesitamos. No importa si llevan traje o no. Son un símbolo de nuestra grandeza, o la sombra luminosa de nuestra miseria. Son grandes, y son pequeños, con un alma que no les cabe en el pecho. Y no se ocultan, porque serían tremendamente sospechosos. Pero los héroes que se ocultan, no dejan de serlo.
Desde luego que, lo más que necesitan son las gracias, esas que no damos nunca, o que nos cuesta nada. Ellos sólo piden un poco de consideración. No hay nada malo en ello.
Si te los encuentras por la calle, no sabrás que lo son; pero, si te sucede algo, son los primeros en socorrerte. Sin embargo, nunca reciben su premio. No lo buscan, pues el auxilio es desinteresado.
No carecen de código, pues sus normas son inmortales, y funcionan desde siempre. Es posible que sus rostros sean iguales a millones de rostros. Mas se hallan tan cercanos a nosotros, que sus caras pasan inadvertidas a nuestros ojos.
No basta un Quién es Quién para reconocerlos, si son fuertes o débiles, si tienen o no poderes. Eso es lo de menos. Da igual, a estas alturas, porque lo necesario nunca es visible a la vista.
Cada momento, para ellos, es crucial, y les afecta todas las acciones ignominiosas de su especie. Pues, ni son otra raza, ni son distintos de nosotros. Nuestro momento es su momento.
Queda, pues, saber que son, al fin al cabo, paladines de
nuestra causa; seres como nosotros, que sólo buscan la Justicia y la Verdad. Personas que no son visibles a primera vista y que, con un poco de suerte, pueden (si es posible) evitar accidentes, socorrer a las víctimas, o evitar algún delito (aún a riesgo de sus vidas), o ayudar a un anciano a cruzar la calle, o socorrer a las abuelitas en el supermercado. También tienen sus némesis, que se ocupan de fastidiarlo todo en un molesto mentís de difamación. Pero, por suerte, dichas némesis son escasas, y un poco rastreras y cobardes (¡jarrl!, no he podido contenerme, mis disculpas), pero están ahí, para recordarnos que siempre se hallan presentes, como un aviso para navegantes.

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