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miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Cenicienta no era tan Cenicienta

No, no lo es, sobre todo, porque siempre buscamos la inocencia donde no la hay. De hecho, el cuento no dice toda la verdad. Y lo del zapato es horrible. El poder a toda costa, y la madrastra acechando. Volvamos a la crueldad pedestre: el zapato.
Lo del zapato se las trae: la madre política de Cenicienta es capaz de cortarse el pie para que se pueda introducir el zapato en cuestión. La víctima no es el pie, si no el zapato. De las hermanastras nada que decir. Un tanto de la misma, pues ni seducen, ni se dejan llevar, o se dejan llevar. La misión consiste en hacerle la vida imposible a Cenicienta; pero su manera de actuar, no se diferencia de sus hermanas. En apariencia no busca el poder. Pero si encuentra, con un egoísmo trasnochado modificar su suerte. Por otra parte, el padre de la Cenicienta, ni intuyó que la mujer que ocupaba su corazón, en realidad, sólo lo amaba por su dinero y posición social. El caso es ganar a toda costa. Por cualquier razón. Ah sí, las hermanastras. Un tanto de lo mismo. Las dos hermanas políticas de Cenicienta no eran feas. Su belleza era comparable a la protagonista del cuento, que, como no buscaban su parte del pastel. Pero Cenicienta es un rival peligroso a combatir. Por eso le ordenaban tareas fatigosas para lograr que perdiera su belleza. Y el asunto no acaba ahí. Como su trabajo de sirvienta no estaba remunerado, llegaba poco menos que tratada con respeto, pues llegaba, en la narración original, a poco más que una esclava (pero una esclava, también, sexual), y su explotación no conocía límites. Por eso Cenicienta tuvo que sufrir tanto; las nupcias con el Príncipe, que es una especie de liberador en donde se reconoce como la puerta de salida de su anterior vida, dio lugar a un nuevo significado a la protagonista. Pero el poder que Cenicienta halla con el Príncipe, no sólo le convierten en mejor persona, sino que el infierno de su vida anterior desaparece. Su estado personal y social cambian, y toma nuevas característa. Es un nuevo rol (palabra anglosajona que significa papel o personaje) y ese mismo papel, la transforma, hasta el punto que, las tornas cambian para su anterior familia, que la trató fatal. Recordaréis la película Pretty Woman, de los 80. Esta basada en el cuento de la Cenicienta, pero tratado con realismo y modificado para la época actual, aunque han pasado veinte años, el filme no ha perdido nada de su fuerza. Incluso es probable que el personaje de la prostituta interpretado por Julia Roberts, es muy probable que fuera rescatado de la leyenda de la Cenicienta original, pero sin madrastra ni hermanastras, en donde el papel de las mismas recae en el amigo abogado de Richard Gere, que recibe hostiacas a porrillo. Lo bueno de las películas americanas es que los personajes cambian. Gere contrata a Roberts por un tiempo y, al final se enamora de la misma. El rol cambia como en el cuento. Por suerte, no hubo ni corte de pie, ni zapato ensangrentado. La Cenicienta, sin embargo, no resultó ser tan Cenicienta, como esperamos.

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