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viernes, 19 de noviembre de 2010

Leonardo fascinante


Leonardo Da Vinci, genio inigualable donde los haya, y adelantado a su tiempo. Inventó el paracaídas, el tanque, el automóvil, la bicicleta, un primitimísimo submarino, al que llamaba "barco para sumergirse en el agua". Creo muchas cosas, y su curiosidad y sed de conocimiento era insaciable. El gran Leonardo se adelantó a su tiempo; pero siempre fue un hombre del Renacimiento; sin saberlo, estaba proyectándose en el futuro. Si Leonardo llegara a inventar el teléfono móvil en su época, lo hubieran quemado por brujo y hereje; y alucinaríamos con el teléfono en la actualidad. Pero no se le ocurrió. Le fascinaba el vuelo de los pájaros, que los divisaba y estudiaba de niño, cerca del Arno, entre las encrespadas montañas. Uno de los inventos más brillantes e imaginativos, fue un ala delta, precursora del avión. Dicho invento estaba diseñado para caer desde unos doscientos o quinientos metros en una superficie de madera curvada y pulida, que servía de lanzador. El invento nunca se llevó a cabo. Y en el momento de presentarlo a sus mecenas, estos lo rechazaron. Sumidos en guerras de poder contra el Vaticano, y las demás ciudades-estado de la Italia renacentista, los monarcas y los nobles veían inviable la materialización del invento, y que el gasto sería inútil porque las guerras internas se llevaban todo el presupuesto. De aquí a mucho tiempo, Da Vinci, continuaría tomando notas en sus Cuadernos, que eran Códices (como este, pero sin tecnología digital), es decir, libros. Y anotaría sin descanso durante su larga vida. También dejó a medias muchos encargos y, por suerte y por fama,nunca le faltó plata. Distraído por naturaleza, abandonaba la tarea para ponerse manos a la obra sobre nuevas curiosidades. No llegó a finalizar la escritura de una serie de tratados sobre sus investigaciones en el arte pictórico. Su legado se encuentra ahora en todos los museos del mundo, y en especial, en el Louvre de París, en donde su Gioconda permanece sonriendo eternamente de siglo en siglo. Me fascina de Leonardo, no sólo sus estudios anatómicos, pues llegó a conocer la anatomía humana en todas sus ramas porque, para aprender "se hace necesario soportar el hedor de los cadáveres, y evitar el temor del corte en los cuerpos, a altas horas de la noche, hasta el amanecer". Cometió un único delito. Le permitían hacer autopsias en la Universidad, pero, por esa época estaba mal visto y, si la Inquisición lo pillaba, podía ser reportado a galeras, e incluso, a un juicio sumario que le arrebatarían todo, hasta su luengas barbas de Sabio de Tebas. Pero Leonardo era un genio travieso, y soborno a más de un funcionario, para que le permitieran estudiar en paz, en un fatigoso trabajo en plena descomposición. Según el sabio florentino, dejó anotado que, lo mejor consistía, en "trabajar deprisa, hasta el los primeros rayos del alba". Y trabajó, con tal rapidez, que dejó un Códice completo, semejante al de Vasari, pero con anotaciones y estudios y bocetos de sus tareas nocturnas y tenebrosas. Leonardo Da Vinci no sólo tenía muchas facetas. Hasta el mismo se fascinaba cuando un nuevo enigma acudía a visitarlo. Fascinante, desde luego.

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