Menudo mes: avanza el paro, las cosas están menos claras, y ha aumentado, otra vez, la corrupción. Si seguimos así es probable que hasta el tiempo nos dé una lección. Por lo visto volverán a subir la temperatura. En este caso, esperemos que mejore, porque se nos aproximan nubarrones negros de tragedia y desconfianza. Más familias en las calles, desahuciados, y el dinero que se los llevan, sobre todo, los políticos y sus amigotes y demás familias en el poder.
Luego, queda, sobre todo, en este caso, que la mejora era, desde luego, lejana. Si esos nubarrones nos siguen acosando, acabaremos dándonos cuenta de que, a lo peor, el mundo no sólo está mal, sino que la angustia hace presa de la realidad. Es un mes en que la cosas han empeorado, los grupos políticos no se ponen de acuerdo, y Rajoyman se está volviendo Prime, que no es nada bueno, puesto que, como un tiburón, está haciendo las cosas mal, y algunas bien. Lo de menos es que un político se disculpe, y diga que las cosas están así, porque ya no es posible exprimirnos más.
Y luego, buenas noticias: Valerio Cruciani a publicado su novela digital en Tagus Ediciones de La Casa del Libro. Da la casualidad de que, en este momento, por lo menos ha logrado lo que muchos ansían (yo no, que la narrativa se me da bastante mal, por supuesto); y es una buena noticia. Mientras los políticos descomponen el país en detritus, por lo menos se sigue escribiendo ficción.
Pero los políticos viven su propia ficción y nos la quieren presentar con una esperanza que ya se ha ido. Sólo tengo paciencia para que los meses de angustia que quedan, o que se alargaran, muchos hayan conseguido evitar las penas y penurias, y que se acabe todo este desangramiento que nos debilita a todos. Marx ha hecho mucho daño, y no es precisamente de los Hermanos de ese nombre.
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