Ciertamente, los manuscritos siempre me han interesado. La frescura de la tinta, el trazo, la magia de la escritura, porque hay magia en la nota menos importante. De hecho, no es de extrañar que los diarios manuscritos de los escritores se vendan en Tiffany´s a precios exagerados.
Cuando un manuscrito llega, por lo menos, al corazón del lector, es como si se llevase un tesoro. Pero, es más emocionante tener una serie de manuscritos propios, de puño y letra, que sale de dentro, y se expresa en el papel. Habemus papel. Porque el papel nunca faltará, de tal manera que, en este caso, o en muchos, el soporte es necesario. Pero no importa el soporte.
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