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sábado, 20 de abril de 2013

Retomando el camino

Retomo la novela. Agradezco el consejo de Valerio Cruciani, por cierto, pues su poemario bilingüe Resurrecciones Ocasionales y su novela digital ¡Matadme! nadie duda de que será un éxito, porque pertenece ya a uno de los sellos Planeta: Ediciones Tagus. Esperamos que siga con más éxitos, y que nos sorprenda. Finalizada esta introducción, regreso a mis anotaciones:
Cuando escribo, he aprendido a hacerlo claramente, pero siempre se me escapa algo, y tiendo a la confusión inconsciente. Por ejemplo, uno de mis errores, son, desde luego, la coherencia. Sin embargo, reconozco que, en los relatos de Samuel Espada, que todavía no han visto la luz (pero el archivo existe) la verosimilitud brilla por su ausencia. He aprendido que la escritura, el acto de escribir, no se trata de ser más listo que el lector, o demostrarle al lector lo inteligente, astuto y ladino que eres. Razones: cansa.
Al principio puedes fascinar al lector, pero luego, lo único que consigues es que se lea algún que otro relato, y vea que no le has enseñado nada. Cero. Y el asunto consiste en que, si el cuento es inverosímil, que esté justificado. Y si es verosímil: que la justificación no necesite justificarse. Uno de los recursos, que son muy utilizados, consiste en plasmar hechos de tu vida, pero maquillados por el arte de la ficción. Incluso se pueden fundir. Que conste en acta que he escrito "fundir", no "con-fundir". El significado es muy distinto, incluso para un filológo. El acto de fundir se utiliza hasta en gastronomía y el arte de la cocina. Se funde para exaltar sabores, darle vidilla, y se confunde, para armar un galimatías, y no plato precisamente agradable. Además, tanto es escritura como en la cocina, el orden de los factores SI puede alterar el producto.
En otras ocasiones, procuro que el escrito que, en ese momento, el momento de la novela, procure ser coherente, lo llevo con cuidado. Además, sé que no soy un maestro en narrativa, que no se me da bien, y lo admito, ahora que me he arriesgado a escribirla, se confirman las palabras del Mago Martin-Martin: te quieres sacar una espina.
Pues sí, me arriesgo a sacarme una espina, que me está molestando, y es probable que esté infectando la herida. Pero, en cuanto me la haya extraído, retomaré con más fuerza (por ahora abandonada) de escribir poesía. Pero no lo he dejado. También, en ambos géneros, se consume concentración. Energía y concentración.

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