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sábado, 27 de abril de 2013

Embajada en plena Edad Media

Ruy González de Clavijo, enviado por sus conocimientos de las lenguas asiáticas, y trece embajadores españoles más, entre los que había un Gómez, éste prelado y sacerdote, es el narrador de esta aventura que lleva algunos días entreteniéndome. Clavijo, tratándose de un primer libro de viaje, que nada tiene que ver con un diario de viaje; pero está claro que, el propio Clavijo tomó notas durante el transcurso de dos años, en la visita al emperador asiático Tamerlán. Naturalmente, y por cortesía, llama a Tamerlán, Tamurbeque, que significa "señor de hierro", y no Tamerlán que significa "señor tullido", porque el propio emperador sufrió una herida durante una de sus conquistas que lo dejó cojo de la misma.
El viaje, siendo embajadores, se retrasó unos días del puerto de Málaga; luego, según el recorrido, fueron haciendo escala por diversos países europeos (de costa a costa) hasta atravesar Pera y parte de Turquía. Como había conflicto bélico, a los embajadores, durante la Edad Media, no se los atacaba o hacían prisioneros. Puesto que se trataba de un intercambio cultural, dichos embajadores podían pasar de un país a otro, sin peligro para sus vidas.
La misión de Clavijo y de los trece embajadores españoles, consistía en abrir una vía de relaciones y comercio entre España y el Asia más cercana. De hecho, no fracasaron, y por las notas que se rescataron del manuscrito, y del códice posterior, la embajada fue más que un éxito. Sin embargo, aconteció un hecho luctuoso: Tamurbeque murió dos años después, y el rey Enrique III, que tenía constancia del hecho, no tardaría en acompañarlo.
Queda este documento como una curiosidad. Es difícil de leer, puesto que es el nacimiento del castellano como lengua romance, y las líneas saltan de un lado a otro, como monos en rama. Por otra parte, la obra se asemeja al Libro de las Maravillas de Marco Polo; es posible que dicha obra sea más fantástica que real, mientras que la del español es, cuanto menos, más realista y observadora que la del italiano. Por otra parte, aconsejo leer la obra cuando se haya obtenido unos gramos de paciencia, porque con el castellano antiguo se avanza como sobre una serie de piedras irregulares, cuando se está descalzo. Por otra parte, las maravillas, como la descripción de la jirafa, es una obra maestra del medievo, porque la descripción, se basa, sobre todo, en los Bestiarios medievales; pero la obra es aconsejable, y la recomiendo. Una suerte que todavía permanezca en las Bibliotecas.

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