La cápsula de kryptonita que contenía a David-El, penetró en una serie de túneles, hasta frenarse automáticamente en uno, y elevarse. La cápsula absorbida hacia arriba, entró en una suerte de laboratorio-quirófano, rodeado de bots de cirugía y de investigación. Tras un ventanal amplio, Doc Eckman y Wayne XXV mantenían una conversación, a ratos animada, interrumpida por largas pausas de preocupación:
-¿El chico sobrevivirá, Bruce?
-No lo sé, Rufus. Según los últimos análisis, tu bot de cirugía no extrajo todas las balas de kryptonita. Una está alojada en una membrana del corazón, y dos, en los pulmones. Si las extraemos, podemos provocarle la muerte. Y si no lo hacemos, permanecerá en la cápsula en cuarentena hasta que hallemos la solución.
-¿Cabe la posibilidad de correr un pequeño riesgo?-preguntó, Doc Eckman.
-Es posible, pero hablamos de la vida de un medio kryptoniano.
-Me refiero, como humano. Si le extraemos las balas, es posible que su lado humano se refuerze, salvando su herencia kryptoniana. La muerte, sólo sería una estadística. Quizás, un promedio cero; pero es un riesgo probable.
-Buena idea. No había pensado en eso. Aún corre plasma kryptoniano por sus venas, ¿verdad?
-Sí.
-Entonces liberaremos a este El de la nebulosa del coma. Es una buena idea. Pero necesitaremos un milagro.
Doc Eckman se llevó la mano a la barbilla plateada, luego, se rascó la calva, y dijo:
-Para un kryptoniano no existen los milagros. Strike! es el milagro.
-¿Strike!?
-Sí. No le gusta que lo llamen Superman. Superman es su antepasado. Prefiere Strike!, se lo puse yo.
-No está mal, el nombre.
Y Wayne XXV y Doc Eckman observaron, con los dedos cruzados, la operación. David-El estaba a punto de abandonar la nebulosa de su inconsciencia.
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