Llegar hasta la línea final, es decir, escribir un folio para empezar otro. Eso es una meta de cada día. Pero yo he de llegar hasta el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente, para escribir estas entradas. Algunas veces, lúcido, otras no tanto, pero escribo cada día. Empezando por el desierto blanco de la entrada, llenándola de inmensidades, y seguir.
Pero esto es un apunte. Nada del otro mundo, pero siempre con la mirada puesta más allá de las palabras, que se hace difícil llegar, pero que llega, o no. Y siempre, la página en blanco. No transmito mensaje, quizás sólo mis cuitas, o pensamientos, con valor en algunas ocasiones, o nulo, en otras. Pero siempre, siempre, con los dedos de las manos en el teclado, con la esperanza de llegar, quizás a ninguna parte en este universo digital que puede morir en cualquier momento.
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