Saludos a todos los entes, parados o en movimiento perpetuo, que se preguntan, desde antiguo, las razones de sus movimientos en su finitud inextensa. Porque, claro, movernos, lo hacemos casi todos. Otros están en sillas de ruedas, y se mueven merced a dicho auxilio mecánico. También, como no podemos abarcar el infinito del Universo, de los universos, pardíez, porque nuestra inteligencia se encuentra limitada con nuestras percepción, que también está limitada. Eso no quita que seamos entes sensibles o sensitivos, porque vemos los límites (y eso, si hemos logrado salir del Planeta); eso no nos convierte en seres limitados.
Por ende, si utilizamos la imaginación (que de esa nos sobra, no hay nadie más embaucador que el ente escritor, lector o soñador) nos estamos mintiendo. Por ejemplo, algún ente material puede presentarse y decir: más allá de Plutón, hay aves gigantes de colores que miden ciento cincuenta metros, y son, en ocasiones dóciles, y en otras hostiles. Oímos esto, y decimos, "podría" ser cierto; pero entonces entra el policía de la razón, y pregunta: ¿lo puedes demostrar?; a lo que responderá el ente: son ideas, y las ideas también son entes, pero abstractos. Menuda hostia que le da el policía de la razón (razón filosófica, claro); mentís, mentís, y vos de vos, os reís (no es mío, es de otro autor, pero lo dice el policía de la razón (filosófica), tendrás que comprobarlo científicamente. Y ahí, el ente sale huyendo con el policía detrás, porque ha cometido un delito de apreciación. Esas aves existen, pero en la imaginación del ente, y no significa que sean reales, puesto que es un intento, tramposo, de intentar llegar a una verdad científica que ha de demostrarse.
Por otra parte, hemos conseguido que el ente salga corriendo, se ponga en movimiento, y no modifique su aspecto. Pero esto es relativo, porque el ente corre para salvarse de las hostias del policía de la razón (filosófica), y claro, su movimiento ha sido voluntario, y si se hubiera parado igual, no cambiaría gran cosa, naturalmente.
De manera que abro mi cuaderno, y también estoy ejerciendo un movimiento. Mi mano cambia de postura, y el lomo del cuaderno, ambos conjuntamente, con perspectiva. Bueno, pues ya tenéis algo con que reflexionar durante estos días. Yo sigo con el cuaderno. Mañana..., ¡más!
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